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San Antonio de Padua |
Al comienzo del 1200
cerca de Coimbra, una ciudad del Portugal, vivía Fernando; él era un hidalgo de
una familia muy rica que residía en Portugal. A sus 29 años, él ya era un monje
agustino y tenía una vida regular y tranquila en su monasterio; el cual consistía
en el estudio de la Biblia y la oración constante. Un día, a fines del verano
de 1220, pasaron de Coimbra los restos franciscanos de unos mártires que habían
fallecido el 16 de Enero en Marruecos.
Al ver los cuerpos de
los mártires franciscanos, la vida de Fernando cambió para siempre. Su corazón
fue profundamente tocado y su existencia fue atravesada por una profunda
inquietud, desde ese entones Fernando comenzó una búsqueda más profunda de su
vocación. En ese instante, Fernando
deseó ser un franciscano dejando el monasterio de los agustinos y se va a vivir
con un pequeño grupo de franciscanos que vivían en Coimbra, cerca de la Iglesia
de San Antonio dos Oliváis. En esta Iglesia, Fernando se pone el habito
franciscano y cambia su nombre al de Antonio. En ese momento, él deja todo lo
que tenía, toda su seguridad, sus estudios, la biblioteca, los libros y el
monasterio que tenía sus comodidades, para poder abrazar la pobreza y la
fraternidad franciscana.
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Basílica de Antonio en Padua |
Antonio tenía en su
corazón un deseo: morir como mártir en Marruecos. Es por ello que deja Portugal
para ser misionero en Marruecos. Sin
embargo, no siempre nuestro plan y deseos se realizan, a veces desde un fracaso pueden nacer grandes
cosas. Antonio no llegará nunca a Marruecos pues naufragó en Sicilia y desde
allí hasta Asís, en donde conocerá a Francisco.
De esta manera, hace 800 años atrás nació una nueva vocación franciscana
en manos de Antonio.
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San Antonio de Padua |
Actuamente hay muchos
jóvenes que se sienten identificados por Antonio, jóvenes que quieren hacer algo grande en su
vida, que desean entregar completamente su vida a Dios. Nosotros, con nuestra vida, tenemos que
responder el amor de Dios y cada uno debe buscar su propia manera de vivir en
plenitud con él. Antonio y Francisco nos
enseñan día a día a ser felices entregándose completamente a Dios; puesto que
no se necesita poseer mucho para ser feliz, sino amar y ser amado nos ayuda a
vivir en esa plenitud, saber escuchar lo que tenemos en el profundo de nuestro
corazón y sentir lo que nuestra historia nos dicta. Antonio sabe hacer cosas
grandes desde su naufragio y nos invita a nosotros a que podamos sumergirnos en
nuestra vida y encontrar que podemos hacer grandes cosas.
Fray Matteo MARTINELLI
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