sábado, 13 de junio de 2020

San Antonio, Santo Franciscano.

San Antonio de Padua

Al comienzo del 1200 cerca de Coimbra, una ciudad del Portugal, vivía Fernando; él era un hidalgo de una familia muy rica que residía en Portugal. A sus 29 años, él ya era un monje agustino y tenía una vida regular y tranquila en su monasterio; el cual consistía en el estudio de la Biblia y la oración constante. Un día, a fines del verano de 1220, pasaron de Coimbra los restos franciscanos de unos mártires que habían fallecido el 16 de Enero en Marruecos.

Al ver los cuerpos de los mártires franciscanos, la vida de Fernando cambió para siempre. Su corazón fue profundamente tocado y su existencia fue atravesada por una profunda inquietud, desde ese entones Fernando comenzó una búsqueda más profunda de su vocación.  En ese instante, Fernando deseó ser un franciscano dejando el monasterio de los agustinos y se va a vivir con un pequeño grupo de franciscanos que vivían en Coimbra, cerca de la Iglesia de San Antonio dos Oliváis. En esta Iglesia, Fernando se pone el habito franciscano y cambia su nombre al de Antonio. En ese momento, él deja todo lo que tenía, toda su seguridad, sus estudios, la biblioteca, los libros y el monasterio que tenía sus comodidades, para poder abrazar la pobreza y la fraternidad franciscana.
Basílica de Antonio en Padua

Antonio tenía en su corazón un deseo: morir como mártir en Marruecos. Es por ello que deja Portugal para ser misionero en Marruecos.  Sin embargo, no siempre nuestro plan y deseos se realizan,  a veces desde un fracaso pueden nacer grandes cosas. Antonio no llegará nunca a Marruecos pues naufragó en Sicilia y desde allí hasta Asís, en donde conocerá a Francisco.  De esta manera, hace 800 años atrás nació una nueva vocación franciscana en manos de Antonio.

San Antonio de Padua


Actuamente hay muchos jóvenes que se sienten identificados por Antonio,  jóvenes que quieren hacer algo grande en su vida, que desean entregar completamente su vida a Dios.  Nosotros, con nuestra vida, tenemos que responder el amor de Dios y cada uno debe buscar su propia manera de vivir en plenitud con él.  Antonio y Francisco nos enseñan día a día a ser felices entregándose completamente a Dios; puesto que no se necesita poseer mucho para ser feliz, sino amar y ser amado nos ayuda a vivir en esa plenitud, saber escuchar lo que tenemos en el profundo de nuestro corazón y sentir lo que nuestra historia nos dicta. Antonio sabe hacer cosas grandes desde su naufragio y nos invita a nosotros a que podamos sumergirnos en nuestra vida y encontrar que podemos hacer grandes cosas.

Fray Matteo MARTINELLI

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