viernes, 24 de diciembre de 2021

Navidad, Año C.

La luz brilla en las tinieblas.

Evangelio: Juan 1, 1-18

 

¡Feliz Navidad!

En el día de Navidad se proclama el prólogo del Evangelio de Juan. Es un texto solemne, bello e intenso con el cual pareciera que Juan quisiera resumir toda su intensa experiencia con Jesús en una sola página. El prólogo quiere recordar a cada uno de nosotros que Cristo se hizo carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre.

Uno de los temas centrales es el de la LUZ y de las TINIEBLAS, que tiene una importancia considerable para la vida del cristiano.

En el Prólogo se dice: “En el Verbo estaba la vida y la vida era la luz de los hombres; la luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no la han recibido. Llegó al mundo la luz verdadera, la que ilumina a todo hombre”.

La Palabra de Dios viene al mundo como Luz: el mundo siempre necesita de esta luz, porque está envuelto en tinieblas. Por el mundo nos referimos a la humanidad y la luz de la que hablamos es la Luz que debe iluminar profundamente la inteligencia, el corazón, la conciencia de los hombres: es la Luz de la Vida, la Luz que es la Vida.

Jesús, verdadera Luz del mundo


Cuánta oscuridad, confusión, tristeza, desesperación, cuántos miedos, desengaños, traiciones se apoderan del ser humano; todo esto lo podemos resumir en una sola palabra: oscuridad. ¡Cuántas personas andan a tientas y se agitan en el sufrimiento, la angustia, el dolor, …en la oscuridad!

Si la luz verdadera es acogida, tiene el poder de cambiar el corazón, hacerlo puro y transparente, pobre y vacío, para convertirlo en "acogida" como el de María, que supo llevar en sí al Hijo de Dios. La verdadera Luz es precisamente la Palabra de Dios que vino entre los hombres para disipar las tinieblas, para transformarlas en luz.

Sin embargo, cuando llegó la Luz, la humanidad se dividió entre quienes rechazaron la verdadera Luz y quienes la aceptaron. Quien la ha rechazado continúan viviendo en tinieblas y si no cambia, las tinieblas lo lleva a la muerte. Quien la acoge con fe, acoge la vida y se convierte en Hijo de Dios, entra en comunión con Dios. Tener fe significa entregar a Dios la existencia, ser sus hijos amados y vivir en la Luz.

San Francisco y el nacimiento de Jesús.


También nosotros hoy, en este día en el que la Luz divina ha llegado entre nosotros en la persona del Hijo de Dios, nos enfrentamos a la misma elección. O acogemos este inmenso regalo que es el Hijo de Dios, la Luz del Padre que nos hace sus hijos, o rechazamos la Luz para vivir en las tinieblas; pero los que caminan en tinieblas no saben adónde van, no conocen el verdadero sentido de la vida.

Entonces… Feliz Navidad, con el deseo de volver a experimentar la cercanía de Dios y comprometernos a llevarlo a los demás en actos concretos de amor.

  

Fray  Maurizio Bridio, OFMConv.

sábado, 11 de diciembre de 2021

III Domingo de Adviento, año. C.

¿Qué debemos hacer?

Evangelio: Lucas 3,10-18

 

Hermanos y hermanas, que el Señor les dé su paz.

Celebramos el tercer domingo de Adviento, al cual la Iglesia le ha dado el título de Gaudete, palabra que quiere referirse a “estar alegres” o “alégrense” en otras traducciones. Dentro del tiempo de Adviento y Cuaresma, la liturgia dedica un día especial para enaltecer con un propósito claro el tiempo que se está viviendo, en nuestro caso es, la esperanza y la alegría de que estamos próximos al nacimiento de nuestro Señor y Salvador.

Estando ya en un poco más de la mitad de este tiempo especial, no podemos dejar de preguntarnos: ¿Cómo va mi camino de espera para recibir al Mesías? Ya se nos ha dicho muchas veces que lo esencial de este tiempo no es el comprar y regalar, sino el recibir y compartir a quien es nuestro Emmanuel, el Dios con nosotros, este pequeño niño que nace en el Belén de nuestro corazón.


Abrir la puerta de nuestros corazones

Juan el Bautista, que el domingo pasado nos invitaba a preparar el camino al Señor, nos presenta hoy un itinerario muy enriquecedor para nuestra vida de fe. Nos anuncia que la mejor forma de disponernos a este encuentro con Jesús niño es abriendo el corazón, teniendo la capacidad de hacer de él un lugar en donde todos tengan un espacio preferencial. La gente se acercaba a Juan y le preguntaba, ¿qué debemos hacer? Y, él les respondía con diferentes acciones para realizar: el desprendimiento, el no exigir, ser más justos, entre otras cosas que podemos notar al leer el Evangelio. Sin duda, son acciones muy bonitas, pero que nos cuesta poner en práctica o, que sin querer pasamos por alto. El camino del Adviento no consta solo de hacer por hacer, no consta solo de encender la vela de la corona, es más que eso, mucho más. Este tiempo es un espacio que nos invita a nuestra entrega total para recibir lo que para nosotros será pleno.

Por otro lado, el itinerario que propone Juan es a su vez exigente, porque toca áreas que en nuestra vida de cristianos no siempre estamos disponibles a abrir a los demás, porque involucran nuestros sentimientos y el conocernos a nosotros mismos.

En este día donde se nos invita a estar alegres tanto en la primera lectura por medio del profeta Sofonías, como en la segunda por medio del Apóstol Pablo, no es fácil si la abordamos sin la esperanza, mayor aun cuando pensamos en todo lo que sucede a nivel social: pandemia, pobreza, marginación. La alegría y la esperanza deben ser frutos de una espera generosa de quién nos ha prometido liberarnos de lo que nos atormenta, no por arte de magia, sino desde nuestra propia realidad. No podemos esperar al Señor con ansias de que todo cambie de un girón, sino con los brazos abiertos a disponernos a trabajar como sociedad por la igualdad y la dignidad de todos. Y esta garantía que Jesús nos presenta, hace que no perdamos la confianza y que nos pongamos en el camino del Señor para vencer nuestros miedos.

Cada vez que avanzamos positivamente como sociedad frente a todo lo que está sucediendo, adquiere un valor especial las palabras del profeta Sofonías: “¡No temas Sion, no desfallezcas! El Señor, tu Dios, está en medio de ti”. Dios siempre está y ha estado con nosotros, nunca se ha apartado, sino que ha estado “tras bambalinas” dándonos las herramientas para que podamos cuidar la casa común y nuestra unión como hermanos.

Navidad celebrada por San Francisco en Greccio - Italia.

La mejor preparación para recibir a Jesús en nuestras vidas, es dejándole hacer su obra en nosotros. Que estos días de Adviento que nos quedan, sean una oportunidad para acercarnos más a los demás con acciones concretas, compartir la esperanza de esta promesa mesiánica y, para ello, no debemos olvidar lo que nuestra fe nos presenta como propuesta mediante las obras de misericordia: Visitar y cuidar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, entre otras.

Recibamos al niño de Belén como San Francisco, que se dejaba sorprender por la hermosa humildad de su Señor, para compartirlo con los demás. Que este sea el gozo más grande, donarnos por medio del amor y la caridad.

 

El Señor y María Santísima nos acompañen.

Fr. Benjamín Castro, OFMConv.

domingo, 5 de diciembre de 2021

INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN

Yo soy la Inmaculada Concepción.

Evangelio: Lucas 1, 26-38

 

¡Viva la Inmaculada! Feliz día de la Inmaculada 

Celebramos la redención, el cumplimiento de la promesa hecha por el Padre amoroso a  nuestros primeros padres, Adán y Eva; una vez que ellos experimentaron el pecado y la muerte, se proclama esta fiesta  sobre todo en el poder de nuestra redención. Nuestra mirada se dirige principalmente al Dador de todo bien, aquel que crea, que salva y que nos santifica.  También para nosotros frailes franciscanos conventuales, es “el hilo de oro” de la historia de nuestra orden, que se va tejiendo desde nuestro nacimiento hasta su desarrollo del dogma de la Inmaculada Concepción, y el caminar de tan bella devoción a la Inmaculada Virgen María o a la Purísima Concepción de María.

"Yo soy la Inmaculada Concepción"

El 8 de diciembre, para todos nosotros y para la Iglesia universal, nos hace recordar la obra de Dios, en la historia salvífica, que tiene resonancia en cada uno de nosotros: María es concebida purísima en el seno de santa Ana y en el hogar de san Joaquín, según la tradición legada por la Iglesia  de Oriente, y para ser una dulce espera que al  universo inscrita en  celebrar con el gozo su naciente el 8 de septiembre, días de espera, día de tejer nuestra vida en la vida de Dios, días de construir también, nuestra redención de nuestra vida, por la Concepción Inmaculada de la Virgen María, dada  en la obra de Dios.

Ella, la Inmaculada en Lourdes, en su aparición nos dice: “yo soy la Inmaculada Concepción”. Con estas palabras Ella determina no sólo el hecho de la Inmaculada Concepción, sino también el modo en que este privilegio le precede. El misterio de la redención de María es único, hasta donde tiene certeza la Iglesia hoy. Por ejemplo: ninguno de nosotros ha cometido todos los pecados posibles. Hay áreas de nuestra vida en que no hemos pecado. ¿Significa que en esas áreas no ha obrado la gracia de la redención que Cristo nos mereció? Desde luego que no. Este argumento nos ayuda a entender que ser salvado no implica haber pecado o haber estado bajo el poder del pecado, sino de la misericordia de Dios, una gracia que solo pude ser de Dios.

            ¿Qué es la Inmaculada? ¿Quién lo comprenderá perfectamente? De hecho, "inmaculada o inmaculado" significa sencillamente "sin mancha", y eso es expresamente lo que se espera de la gracia en nosotros, estar sin mancha del pecado, y de esta forma saber pues lo que nos invita san Pablo "nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él" (Ef 1,4). De esta manera la misma gracia y el don del Espíritu que hicieron a la Inmaculada nos quieren y pueden hacer inmaculados a nosotros, a través de los signos sacramentales, y es el de la  confesión sacramento o de la Reconciliación, que nos libera, nos sana y nos renueva, signo salvífico que nos hace inmaculado y nos hace comprender el misterio salvífico de toda la creación.



Cerro San Cristobal - Santiago de Chile

 Dios, pues, ha querido que la sencillez del alma de María fuera connatural al alma de los sencillos. De ellos podemos y debemos aprender el cariño espontáneo, sincero y fiel a la Madre de Dios. Un amor sin fisuras que entiende sin complicaciones que los bienes de ella de algún modo pertenecen a todos los que la amamos y a todos lo que Ella ama.

 Podemos decir además que este misterio escatológico tiene su eco natural en la celebración eucarística. Hay una especie de compatibilidad natural e indisoluble entre el misterio de la Inmaculada y el misterio eucarístico. La pureza de Ella, ofrecida a Dios, es como la saludable respuesta con que nuestra raza humana acoge la ofrenda purísima del Cordero Inmaculado, el Cordero sin mancha. Pidamos al Señor que haga nuestro corazón dócil a la gracia, de modo que aquello que ya pudo en María se haga verdad en nosotros.

 

¡Viva la Inmaculada!

 

Fray Eduardo ZAMORANO OFM Conv.

viernes, 3 de diciembre de 2021

II Domingo de Adviento - Año C.

Voz que grita en el desierto

Lc 3, 1-6

 

Ven Espíritu Santo,

Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.

Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad

para entender lo que el Padre quiere decirnos a traves  de su Hijo Jesús, el Cristo.

En este segundo domingo de Adviento se nos presenta la figura del precursor de Jesús, Juan Bautista que nos habla de la conversión. 



Después de que el evangelista Lucas nos presentó la infancia de Jesús en los capítulos anteriores, ahora, en este tercer capítulo, coloca la figura de Juan Bautista mientras predica en el desierto de Judá. Es interesante como al evangelista Lucas, como lo hace también en otros pasos del evangelio y en los hechos de los Apóstoles, le gusta situar los hechos ocurridos, en un contexto histórico, político y religioso del tiempo. Resuenan nombres potentes de la historia: “emperador Tiberio, Poncio Pilato gobernaba Judea, Herodes gobernaba como tetrarca de Galilea, su hermano Felipe como tetrarca de las regiones de Iturea y Traconite, y Lisanias como el tetrarca de Abilinia. Cuando eran Anás y Caifás los sumos sacerdotes, le llegó a Juan, hijo de Zacarías, la palabra de Dios mientras estaba en el desierto”.

Eso para decir que la Palabra de Dios se encarna en el tiempo, en nuestro tiempo y en situaciones concretas. Me pregunto: ¿En qué situación concreta de mi vida se hace presente Dios hoy?

El evangelista Lucas subraya la total “diferencia” entre la posición privilegiada de los potentes de aquel entonces y la pequeñez de Juan Bautista, profeta alcanzado por la Palabra de Dios en el “desierto”.

Es el “desierto” el escenario de la predicación de Juan.

El desierto es el trasfondo de toda la historia de la salvación, iniciando desde Abraham hasta Moisés que conduce el pueblo desde la esclavitud a la libertad a través del desierto. En el desierto Dios guía a su pueblo, lo alimenta y lo protege, les da una ley, estipula una alianza. El tiempo del desierto es visto por parte del pueblo de Israel, como el tiempo de una relación simple y directa con Dios.

Algo parecido lo podemos encontrar en la experiencia de Francisco de Asís, desde el momento de su conversión él buscaba lugares “solitarios” de “desierto” para encontrarse con Jesús. Pensemos a las distintas cuaresma que durante el año vivía, o cuando se retiraba en los bosques de Asís…



A tal propósito y por destacar la importancia de tener momentos a solas con el Señor, Francisco escribe una pequeña “Regla” llamada de los “Eremitorios” (lugares de encuentros de los hermanos para la contemplación) para que los hermanos también tuviesen la posibilidad de tener tiempo para estar con el Señor, en el desierto.

«Los hermanos que quieran vivir religiosamente en los eremitorios, sean tres o cuatro a lo más; dos de ellos sean madres y tengan dos hijos o por lo menos uno. Los dos que son madres guarden la vida de Marta, y los dos hijos guarden la vida de María... Y estos hijos no hablen con persona alguna sino con sus madres y con su ministro y custodio, cuando a éste pluguiere visitarlos con la bendición del Señor Dios. Pero los hijos tomen a veces el oficio de madres, tal como les pareciere establecer los turnos alternativos...» (REr 1-2 y 9-10).

Juan Bautista y Francisco de Asís son aquellos que vivieron de lo esencial: ¿sabes vivir de manera esencial tu vida, testimoniando con sencillez tu fe? ¿Qué elecciones puede hacer en este tiempo para prepararte de manera eficaz al encuentro con Dios en la Navidad?

Busca espacio y momentos de “desierto en tu vida” porqué ahí podemos escuchar la voz de Dios que nos habla.

Fray Fabrizio RESTANTE OFM Conv.

𝐌𝐈𝐒𝐈Ó𝐍 𝐃𝐄 𝐈𝐍𝐕𝐈𝐄𝐑𝐍𝐎 𝟐𝟎𝟐𝟒

𝐃𝐞𝐥 𝟐𝟓 𝐚𝐥 𝟐𝟖 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐥𝐢𝐨, 𝐥𝐨𝐬 𝐣ó𝐯𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐂𝐮𝐫𝐢𝐜ó 𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐢𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐩𝐨𝐫 𝐬...