La luz brilla en las tinieblas.
Evangelio: Juan 1, 1-18
¡Feliz Navidad!
En
el día de Navidad se proclama el prólogo del Evangelio de Juan. Es un texto
solemne, bello e intenso con el cual pareciera que Juan quisiera resumir toda
su intensa experiencia con Jesús en una sola página. El prólogo quiere recordar
a cada uno de nosotros que Cristo se hizo carne de nuestra carne, sangre de
nuestra sangre.
Uno
de los temas centrales es el de la LUZ
y de las TINIEBLAS, que tiene una importancia
considerable para la vida del cristiano.
En
el Prólogo se dice: “En el Verbo estaba
la vida y la vida era la luz de los hombres; la luz brilla en las tinieblas,
pero las tinieblas no la han recibido. Llegó al mundo la luz verdadera, la que
ilumina a todo hombre”.
La
Palabra de Dios viene al mundo como Luz: el mundo siempre
necesita de esta luz, porque está envuelto en tinieblas. Por el mundo nos
referimos a la humanidad y la luz de la que hablamos es la Luz que debe
iluminar profundamente la inteligencia, el corazón, la conciencia de los
hombres: es la Luz de la Vida, la Luz que es la Vida.
Jesús, verdadera Luz del mundo |
Cuánta
oscuridad, confusión, tristeza, desesperación, cuántos miedos, desengaños,
traiciones se apoderan del ser humano; todo esto lo podemos resumir en una sola
palabra: oscuridad. ¡Cuántas personas andan a tientas y se agitan en el
sufrimiento, la angustia, el dolor, …en la oscuridad!
Si
la luz verdadera es acogida, tiene el poder de cambiar el corazón, hacerlo puro
y transparente, pobre y vacío, para convertirlo en "acogida" como el
de María, que supo llevar en sí al Hijo de Dios. La verdadera Luz es
precisamente la Palabra de Dios que vino entre los hombres para disipar las
tinieblas, para transformarlas en luz.
Sin
embargo, cuando llegó la Luz, la humanidad se dividió entre quienes rechazaron
la verdadera Luz y quienes la aceptaron. Quien la ha rechazado continúan
viviendo en tinieblas y si no cambia, las tinieblas lo lleva a la muerte. Quien
la acoge con fe, acoge la vida y se convierte en Hijo de Dios, entra en
comunión con Dios. Tener fe significa
entregar a Dios la existencia, ser sus hijos amados y vivir en la Luz.
San Francisco y el nacimiento de Jesús.
También
nosotros hoy, en este día en el que la Luz divina ha llegado entre nosotros en
la persona del Hijo de Dios, nos enfrentamos a la misma elección. O acogemos
este inmenso regalo que es el Hijo de Dios, la Luz del Padre que nos hace sus
hijos, o rechazamos la Luz para vivir en las tinieblas; pero los que caminan en
tinieblas no saben adónde van, no conocen el verdadero sentido de la vida.
Entonces…
Feliz Navidad, con
el deseo de volver a experimentar la cercanía de Dios y comprometernos a
llevarlo a los demás en actos concretos de amor.
Fray Maurizio Bridio, OFMConv.