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"Hay un solo pan, todos nosotros, aunque se somos muchos, formamos un solo cuerpo" |
“El
que come de este pan vivirá eternamente” (Juan 6, 51)
Muchos buscan hoy en día un “remedio maravilloso, mágico” que
les permita vivir más años con aspecto y fuerza de un joven adolescente, a
través de ejercicios físico, deportes de todo tipo, tratan de mantenerse en
forma para poder tener una vida más saludable y larga, (tener una vida sana eso
sí es bueno) pero… basta un simple virus de 50 nanómetros
(imposible verlo con ojos humanos) para ponernos en peligro y arruinar nuestros sueños de
“eterna juventud”.
En este domingo de CORPUS CHRISTI, Jesús
en el evangelio (Juan 6,51-81), nos promete un “pan maravilloso”, cuyas
propiedades nos dan vida eterna. Sí, hemos leído
bien: ¡“Vida Eterna”! ¡“Danos
siempre de este pan!”, podemos también nosotros exclamar
e invocar como los discípulos. Pero ¿cómo es esto que nos
promete Jesús?, ¿existe de verdad un pan que tiene en sí una fuerza tan grande
que nos hace vivir eternamente? Un pan sencillo, como lo que
diariamente se encuentra en nuestras mesas, ¿cómo nos puede dar vida eterna?
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"Tomen y coman, éste es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes" |
Este pan es Jesús
mismo cuando en la última cena nos dijo: “Tomen este éste es mi cuerpo, tomen esta es mi sangre”,
refiriéndose al vino. Es Jesús cuando multiplicó los 5 panes para que una
muchedumbre pudiese comer; es Jesús cuando con los discípulos de Emaús parte el
pan y lo reconocen. Jesús es este pan de vida eterna,
que “diariamente se humilla, como
cuando desde el trono real descendió al seno de la Virgen; diariamente viene a
nosotros él mismo en humilde aparencia; diariamente desciende del seno del
Padre al altar en manos del sacerdote” (adm. 1), nos dice
San Francisco de Asís en su admoniciones.
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"Este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la nueva e eterna alianza" |
En este domingo del Corpus Christi
(Cuerpo y Sangre de Cristo), se nos invita a detenernos frente al misterio de
la Eucaristía, Jesús pan vivo bajado del cielo, y con admiración y estupor exclamar
como San Francisco: “¡Oh
admirable celsitud y asombrosa condescendencia! ¡Oh humildad sublime! ¡Oh
sublimidad humilde, pues el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios, de tal
manera se humilla, que por nuestra salvación se esconde bajo una pequeña forma de pan”! (Carta a toda la Orden).
Francisco de Asís descubrió en este pan no solamente la presencia viva y
real de Jesús sino el único alimento para alcanzar la eternidad. Jesús sigue
ofreciéndose diariamente a nosotros en la santa Eucaristía, para que comiendo
todos de Él formemos un gran cuerpo en el amor. Fue este misterio
de la Eucaristía que fascinó y sigue fascinando mi vocación
franciscana/sacerdotal.
Yo quiero vivir
eternamente con Jesús, ¿y tú?
Qué
el Señor té de la Paz.
Fray
Fabrizio RESTANTE, OFMConv.
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