𝟒 𝐝𝐞 𝐨𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞:
𝐅𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐒𝐚𝐧 𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨 𝐝𝐞 𝐀𝐬í𝐬.
𝐒𝐚𝐥𝐮𝐝𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐌𝐢𝐧𝐢𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐠𝐞𝐧𝐞𝐫𝐚𝐥 𝐜𝐨𝐧 𝐨𝐜𝐚𝐬𝐢ó𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐒𝐚𝐧 𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨 𝐝𝐞 𝐀𝐬í𝐬 𝟐𝟎𝟐𝟑𝑷𝒆𝒓𝒐 𝒄𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐 𝒅í𝒂 𝒔𝒆 𝒍𝒆í𝒂 𝒆𝒏 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒊𝒈𝒍𝒆𝒔𝒊𝒂 [𝒍𝒂 𝑷𝒐𝒓𝒄𝒊ú𝒏𝒄𝒖𝒍𝒂] 𝒆𝒍 𝒆𝒗𝒂𝒏𝒈𝒆𝒍𝒊𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒂𝒓𝒓𝒂 𝒄ó𝒎𝒐 𝒆𝒍 𝑺𝒆ñ𝒐𝒓 𝒉𝒂𝒃í𝒂 𝒆𝒏𝒗𝒊𝒂𝒅𝒐 𝒂 𝒔𝒖𝒔 𝒅𝒊𝒔𝒄í𝒑𝒖𝒍𝒐𝒔 𝒂 𝒑𝒓𝒆𝒅𝒊𝒄𝒂𝒓; 𝒑𝒓𝒆𝒔𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒂𝒍𝒍í 𝒆𝒍 𝒔𝒂𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝑫𝒊𝒐𝒔, 𝒏𝒐 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊ó 𝒑𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒑𝒂𝒍𝒂𝒃𝒓𝒂𝒔 𝒆𝒗𝒂𝒏𝒈é𝒍𝒊𝒄𝒂𝒔; 𝒕𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒅𝒂 𝒍𝒂 𝒎𝒊𝒔𝒂, 𝒑𝒊𝒅𝒊ó 𝒉𝒖𝒎𝒊𝒍𝒅𝒆𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒂𝒍 𝒔𝒂𝒄𝒆𝒓𝒅𝒐𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒆 𝒆𝒙𝒑𝒍𝒊𝒄𝒂𝒔𝒆 𝒆𝒍 𝒆𝒗𝒂𝒏𝒈𝒆𝒍𝒊𝒐. 𝑪𝒐𝒎𝒐 𝒆𝒍 𝒔𝒂𝒄𝒆𝒓𝒅𝒐𝒕𝒆 𝒍𝒆 𝒇𝒖𝒆𝒔𝒆 𝒆𝒙𝒑𝒍𝒊𝒄𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒐𝒓𝒅𝒆𝒏𝒂𝒅𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆, 𝒂𝒍 𝒐í𝒓 𝑭𝒓𝒂𝒏𝒄𝒊𝒔𝒄𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒊𝒔𝒄í𝒑𝒖𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒐 𝒏𝒐 𝒅𝒆𝒃í𝒂𝒏 𝒑𝒐𝒔𝒆𝒆𝒓 𝒏𝒊 𝒐𝒓𝒐, 𝒏𝒊 𝒑𝒍𝒂𝒕𝒂, 𝒏𝒊 𝒅𝒊𝒏𝒆𝒓𝒐; 𝒏𝒊 𝒍𝒍𝒆𝒗𝒂𝒓 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒄𝒂𝒎𝒊𝒏𝒐 𝒂𝒍𝒇𝒐𝒓𝒋𝒂, 𝒏𝒊 𝒃𝒐𝒍𝒔𝒂, 𝒏𝒊 𝒑𝒂𝒏, 𝒏𝒊 𝒃𝒂𝒔𝒕ó𝒏; 𝒏𝒊 𝒕𝒆𝒏𝒆𝒓 𝒄𝒂𝒍𝒛𝒂𝒅𝒐, 𝒏𝒊 𝒅𝒐𝒔 𝒕ú𝒏𝒊𝒄𝒂𝒔, 𝒔𝒊𝒏𝒐 𝒑𝒓𝒆𝒅𝒊𝒄𝒂𝒓 𝒆𝒍 𝒓𝒆𝒊𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝑫𝒊𝒐𝒔 𝒚 𝒍𝒂 𝒑𝒆𝒏𝒊𝒕𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 (𝟒𝟎), 𝒂𝒍 𝒊𝒏𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕𝒆, 𝒔𝒂𝒍𝒕𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒈𝒐𝒛𝒐, 𝒍𝒍𝒆𝒏𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝑬𝒔𝒑í𝒓𝒊𝒕𝒖 𝒅𝒆𝒍 𝑺𝒆ñ𝒐𝒓, 𝒆𝒙𝒄𝒍𝒂𝒎ó: «𝑬𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒔 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒚𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐, 𝒆𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒔 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒚𝒐 𝒃𝒖𝒔𝒄𝒐, 𝒆𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒔 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏 𝒍𝒐 𝒎á𝒔 í𝒏𝒕𝒊𝒎𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛ó𝒏 𝒂𝒏𝒉𝒆𝒍𝒐 𝒑𝒐𝒏𝒆𝒓 𝒆𝒏 𝒑𝒓á𝒄𝒕𝒊𝒄𝒂». (𝟏𝑪𝒆𝒍 𝟐𝟐)
Queridos hermanos, los saludo fraternalmente en la fiesta de nuestro Seráfico Padre San Francisco de Asís, en este año 2023.
Hace ochocientos años, por estas mismas fechas, estaba a punto de ver la luz la Regla que hoy llamamos «Bulada». El sello del Papa Honorio III en el pergamino, contenía el misterio de la vocación del Poverello, y muchos años de vida evangélica vivida junto a aquellos que el Señor quiso darle.
En efecto, al celebrar el octavo centenario de la Regla, no podemos dejar de mirar el «texto» de la vida de quienes, habiéndolo dejado todo, siguieron al Señor según los consejos evangélicos y en extrema sencillez.
Pero sabemos bien que la promulgación de la Regla representa, por una parte, un «momento de oro» para la historia del franciscanismo; pero, por otra, la crisis de una comunidad cada vez más compleja.
La Regla es fruto no sólo de la experiencia carismática del Seráfico Padre, sino también de los muchos interrogantes generados en la vida concreta de aquella ya “compleja” fraternidad; interrogantes que no siempre revelaban la clara voluntad de vivir en la literalidad del Evangelio.
Por eso, al celebrar a nuestro Padre San Francisco, les sugiero a todos dar un vistazo al tipo de preguntas que solemos hacernos; o sea, tratar de identificar cuáles son nuestras preguntas hoy como Hermanos Menores Conventuales; cuáles son nuestras «necesidades» o -incluso- nuestros verdaderos deseos y cuales las cosas che buscamos con pasión.
La crisis del Seráfico Padre surgió al contemplar con preocupación una fraternidad que se había desviado ya del criterio de itinerancia que había caracterizado sus carismáticos comienzos junto a sus primeros compañeros, a Clara de Asís y a tantos y tantas otras personas.
Los invito, pues, queridos hermanos, a revitalizar, en la medida de lo posible, con libre frescura y con profundidad evangélica las cuestiones asociadas a la «gracia» de la itinerancia franciscana: la itinerancia de nuestro pensamiento, que quizá se ha vuelto sedentario, rígido y cerrado; la itinerancia de nuestro corazón, quizá acostumbrado a mirarse más a sí mismo que a los demás; la itinerancia de nuestro espíritu, quizá envejecido, desmotivado y falto de fe; la itinerancia de nuestras relaciones personales, quizá más «cargadas» de cosas que de personas; la itinerancia de nuestra vida comunitaria, quizá transformada más en una relación de fuerzas que en una fraternidad en conversión; la itinerancia de nuestra misión, quizá convertida más en espejo de nosotros mismos que en puerta abierta al mundo.
¡𝐅𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐲 𝐟𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐜𝐚𝐦𝐢𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐜𝐢𝐚 𝐮𝐧𝐚 «𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢ó𝐧» 𝐫𝐞𝐧𝐨𝐯𝐚𝐝𝐚 𝐲 𝐞𝐯𝐚𝐧𝐠é𝐥𝐢𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚! 𝐅𝐫𝐚𝐲 𝐂𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 𝐀. 𝐓𝐑𝐎𝐕𝐀𝐑𝐄𝐋𝐋𝐈 𝐌𝐢𝐧𝐢𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐠𝐞𝐧𝐞𝐫𝐚𝐥