Queridos amigos en busca de la vocación divina, que el Señor
les dé paz.
Diferentes pero unidos como hermanos |
Es hermoso lo que buscas, es importante que tengas esta pregunta vocacional
que llevas en tu corazón: va desde tu existencia, tu felicidad, el futuro y el sentido
que quieres dar a tu vida.
El Evangelio del domingo, 20 de enero de 2019 (2° domingo
del Tiempo Ordinario año C) nos propuso el famoso milagro de Caná cuando Jesús transformó el agua en vino en una fiesta de bodas, en la que pronto, el vino
había acabado: En
ese momento, hubo una fiesta de bodas en Caná en Galilea y allí estaba la madre
de Jesús. Jesús también fue invitado a su boda con sus discípulos. Cuando el
vino falló, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino". [Jn 2: 1-11]
En el contexto social judío, el vino tenía una variedad de
significados: el vino era una fiesta, el vino era alegría, el vino decía compañía,
el vino expresaba fructificación y comunión, el vino era auténtico
y la vida real,
el vino era esencial para celebrar con todos, los realización de un sueño y una vocación
cumplida como la boda.
Al estilo de Jesús |
"¡No tienen
vino!" ¡Incluso hoy en día muchos jóvenes viven la misma situación, "falta el vino"! De modo que
la vida de muchos jovenes es triste, sin sentido, sin rumbo, dispersa en
soledad y superficialidad. A menudo se encuentran persiguiendo ideales de
felicidad que "se emborrachan",
pero que pronto resultan ilusorios, parciales y limitados. Todo en realidad:
afectos, relaciones, proyectos de trabajo, belleza, salud, sexualidad, placer
... tarde o temprano, resulta ser precario e insuficiente, marcado por la
fragilidad y la incertidumbre, incapaz de satisfacer verdaderamente.
Entonces, ¿quién
puede llenar este vacío y el aburrimiento de vivir? ¿Quién puede darnos
fuerza y ser siempre una referencia segura? ¿Quién puede apagar
nuestra sed de infinito sin defraudarnos? ¿De quién gozo?
¿Dónde está la luz en nuestro camino?
Bueno, queridos amigos, ¡solo el Señor Jesús nos puede ofrecer este "buen vino, el vino mejor"! Él es "el agua
viva" que nos apaga para siempre, Él es la luz en la oscuridad, Él es el
camino, Él es la vida, ¡Él es la única verdad auténtica! De él la verdadera
alegría que nunca falla. ¡Es el compañero y el amigo fiel, para siempre!
Es a partir de este descubrimiento, de esta reunión que
algunos jóvenes se dan cuenta de que pueden dedicar toda su vida al Señor, a
consagrarse a Él: ¡porque nada ni nada
ni nadie más puede igualarlo y reemplazarlo!
¡Es aquí donde fluye
la vida de un fraile franciscano! Aquí su elección tiene sentido!
Paz y bien
¡Alabado sea el Señor Jesús, hoy y por siempre!
Fray Alberto