viernes, 31 de julio de 2020

El Perdón de Asís, La Puerta del Paraíso.

Perdón de Asís: fuente de misericordia que continúa a "generar paraíso"

Un día del verano de 1216, el Pobrecillo partió́ para Perusa, acompañado por hermano Maseo. La noche anterior Cristo y su Madre, rodeados de espíritus celestiales, se le habían aparecido en la capilla de Santa María de los Ángeles:

- Francisco -le dijo el Señor-, pídeme lo que quieras para gloria de Dios y salvación de los hombres. - Señor -respondió el Santo-, os ruego por intercesión de la Virgen aquí presente, abogada del género humano, concedáis una indulgencia a cuantos visitaren esta iglesia. La Virgen se inclinó ante su Hijo en señal de que apoyaba el ruego, el cual fue oído. Jesucristo ordenó luego a Francisco se dirigiese a Perusa, para obtener allí del Papa el favor deseado. Ya en presencia de Honorio III, Francisco le habló así: - Hace poco que reparé para vuestra Santidad una iglesia dedicada a la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios. Ahora vengo a solicitar en beneficio de quienes la visitaren en el aniversario de su dedicación, una indulgencia que puedan ganar sin necesidad de pagar ofrenda alguna. - Quien pide una indulgencia -observó el Papa-, conviene que algo ofrezca para merecerla... ¿Y de cuántos años ha de ser esa que pides? ¿De un año?... ¿De tres?... - ¿Qué son tres años, santísimo Padre? - ¿Quieres seis años?... ¿Hasta siete? - No quiero años, sino almas. - ¿Almas?... ¿Qué quieres decir con eso? - Quiero decir que cuantos visiten aquella iglesia, confesados y absueltos, queden libres de toda culpa y pena incurridas por sus pecados. - Es excesivo lo que pides, y muy contrario a las usanzas de la Curia romana. - Por eso, santísimo Padre, no lo pido por impulso propio, sino de parte de nuestro Señor Jesucristo. - ¡Pues bien, concedido! En el nombre del Señor, hágase conforme a tu deseo.

Así nos cuentan las fuentes franciscanas de cómo Francisco logró obtener de papa Honorio III el privilegio del Perdón de Asís que se repite desde 800 años. Perdón de Asís: fuente de misericordia que continúa a "generar paraíso”. El Perdón de Asís es una puerta siempre abierta a la verdadera reconciliación. Papa Francisco el 4 agosto 2016 durante su visita a la Basílica de Santa María de los Ángeles en Asís dijo: "El perdón por el que San Francisco se convirtió en 'canal' de la Porciúncula continúa 'generando Paraíso' aún después de ocho siglos" y señaló que “ofrecer el testimonio de misericordia en el mundo de hoy es una tarea de la que ninguno de nosotros puede escapar”. "El mundo - enfatizó el Papa - necesita perdón; demasiadas personas viven encerradas en rencor y engendran odio, porque son incapaces de perdonar, arruinando sus propias vidas y las de los demás en lugar de encontrar la alegría de la serenidad y la paz. Pidamos a San Francisco que interceda por nosotros, porque nunca renunciemos a ser signos humildes de perdón e instrumentos de misericordia”.

Tenemos que recuperar la experiencia de la misericordia, el amor que el Padre nos da a través el sacramento de la confesión que es la manera del Dios de perdonar nuestras debilidades y nuestros pecados. “Den gracias al Señor porque es bueno: porque es eterna su misericordia” (Salmo 135,1)


                                                                        Fray Matteo MARTINELLI, OFMConv. 

 


jueves, 30 de julio de 2020

Indulgencia de la Porciúncula

Fiesta del Perdón de Asís.

Capilla de la Porciúncula
        El 2 de agosto en las iglesias franciscanas se celebra la fiesta del Perdón de Asís. La fiesta tiene su origen en el comienzo de la historia de la recién nacida Orden Franciscana. Se llama la Indulgencia de la Porciúncula. Esta fiesta fue objeto de larga discusión sobre su originalidad histórica. La controversia se suscita porque ninguna de las antiguas leyendas relativas a san Francisco menciona la indulgencia, y ningún documento contemporáneo la menciona.

Según las Fuentes Franciscanas (n°. 2706/11, ed. italiana) Hermano Marino, sobrino de Hermano Masseo, escucho frecuentemente de la boca del tío de tal indulgencia. Tal fraile falleció en 1307. Hermano Leo fiel compañero de San Francisco narró y escuchó de lo mismo de la boca del santo. Pero el más antiguo documento que se refiere a ella es una escritura notarial del 31 de octubre de 1277, en la que el beato Benito de Arezzo, a quien el propio san Francisco recibió en la orden, testifica que ha sido informado por el Hermano Masseo, un compañero de san Francisco, de la concesión de la indulgencia por el papa Honorio III en Perugia. Otro documento histórico que nos lleva a conocer más cerca a su origen es el Diploma del Obispo Teobaldo de Asís, 10 agosto 1310.

Tal documento narra que en una noche en la iglesia Santa María de la Porciúncula recién restaurada por San Francisco, el Señor lo invitó  a presentarse al Papa Honorio III que en aquel tiempo se encontró en Perusa para que diera la indulgencia para la misma iglesia. En la mañana siguiente, él partió acompañado por hermano Masseo. Era en verano en julio de 1216. Francisco pidió al Papa Honorio III que todo el que, confesado y contrito, y entrara en la iglesia de la Porciúncula, ganara gratuitamente (sin ofrenda de dinero) una indulgencia plenaria. De ahí el nombre de Indulgencia de la Porciúncula o el Perdón Asís.

La indulgencia de la Porciúncula pudo al principio ganarse sólo en la iglesia de la Porciúncula entre la tarde del 1 de agosto y el ocaso del 2 de agosto. El 5 de agosto de 1480, el papa Sixto IV la extendió a todas las iglesias de la primera orden y la segunda de los franciscanos. El 4 de julio de 1622, este privilegio se extendió por Gregorio XV a todos los creyentes que, después de la confesión y la recepción de la Sagrada Comunión, visitaran tales iglesias en el día señalado. El 12 de octubre de 1622, Gregorio XV garantizó el mismo privilegio a todas las iglesias de los capuchinos. El papa Urbano VIII la concedió a todas las iglesias de la Tercera orden regular el 13 de enero de 1643, y Clemente X a todas las iglesias de los conventuales el 3 de octubre de 1670. Otros papas posteriores la extendieron a todas las iglesias relacionadas de cualquier manera con la orden franciscana, incluso a iglesias en las que la tercera orden celebrase reuniones.

 

¿Qué hay de extraordinario de tal indulgencia?

Según el relato, cuando Francisco pidió la indulgencia, papa Honorio III preguntó: “¿De cuántos años ha de ser esa indulgencia? ¿De un año? ¿De tres? ¿Quieres seis años? ¿Hasta siete?” Y San Francisco contesto: “No quiero años, sino almas. Quiero decir que cuantos visitaren aquella iglesia, confesados y absueltos, queden libres de toda culpa y pena incurridas por sus pecados”. Dirigiéndose entonces a Francisco, Papa Honorio le dijo: “La indulgencia otorgada es valedera a perpetuidad, pero sólo una vez al año, es decir, desde las primeras vísperas del día de la dedicación de la iglesia hasta las del día siguiente”. Celebróse la dedicación de la iglesia el día 2 del siguiente agosto, en presencia de los obispos de Asís, Perusa, Todi, Spoleto, Gubbio, Nocera y Foligno, anunció San Francisco a la multitud la gran noticia: “Quiero mandarlos a todos al paraíso”.

            Podemos decir que desde aquella pequeña porción de la tierra (Porciúncula), el deseo más grande de San Francisco para nosotros es de mandarnos a todos al paraíso. Y para que ese deseo se cumpla, la invitación para nosotros es valorar más el sacramento de la reconciliación.

 

Condiciones para obtener la indulgencia:

El Perdón de Asís se puede obtener para uno mismo o por los difuntos. Las condiciones son las prescritas para las indulgencias plenarias:

  1. Visita a la iglesia/parroquia franciscana con la recitación de un Padrenuestro y un Credo
  2. Confesión sacramental y Santa Comunión.
  3. Rezar según las intenciones del Sumo Pontífice.

 

¡Feliz fiesta para todos!

Paz y Bien.

Fray Jack GINTING ofmconv.


sábado, 25 de julio de 2020

El comienzo de la conversión


XVII domingo del T.O. año A.
Evangelio: Mt 13, 44-53

San Francisco, mirando hacia
Santa Maria de Los Angeles - Portiuncula
(San Damían).
En el Evangelio de hoy, Mt 13, 44-53, una vez más, Jesús habla del reino de los cielos, o del reino de Dios. En este caso el Reino es comparado con dos objetos sumamente valiosos: un tesoro escondido y una perla fina. El comienzo de la conversión de una persona coincide con el momento en cual sus propios sueños, es decir las riquezas antiguas, se transforman o pobres riquezas, como le llamaba San Francisco de Asís.
El encuentro con los leprosos produjo algo especial en San Francisco, rompiendo el rechazo a los caídos y a los que sufren, poniéndose a atenderles. Aumenta su sensibilidad ante las necesidades de los hombres. Ve ahí a Cristo. Se da cuenta de que el señorío de Cristo es distinto del señorío feudal mundano. Y por eso, un día, tomó una gran cantidad de dinero y se dirigió al hospital de leprosos. Reuniéndolos a todos, dio la limosna a cada uno de ellos al tiempo que les besaba la mano. Así es como se muestra Francisco, rechazando la sociedad urbana de la época, que omitía a una gran cantidad de marginados como enfermos y pobres. En los leprosos, Francisco había finalmente encontrado el tesoro escondido, la perla fina, el reino de Dios.
San Francisco, lava a un leproso
(Rivotorto - Asis)
Es curioso como Jesús siempre utiliza parábolas para hablar del reino de Dios: una realidad presente y escondida, pero que una vez descubierta cambia profundamente la vida de la persona: lo vende todo, lo deja todo por el tesoro descubierto o la perla de gran valor. La llegada o el descubrimiento del reino de Dios pide un cambio profundo. Por un lado se trata de dejarse transformar y, por otro, de una decisión personal para construir la vida tal y como la quiere Dios.
Jesús nos propone un estilo de vida en consonancia con la voluntad de Dios: Es una conversión personal que no se queda en el individuo, sino que lleva a una nueva forma de vivir y comportarse en la familia, con los vecinos, en el trabajo, en la comunidad, en la sociedad. Hoy como ayer, quienes se deciden a entrar en la dinámica del Reino de Dios, experimentan la Vida en abundancia. Por eso quien encuentra este tesoro, lo vende todo, pues la fuerza salvadora de Dios ya está actuando en medio de nosotros.
El mismo San Francisco, otro día, pasando cerca de Asís, entró en la capilla de San Damián, y arrodillado ante la imagen de Cristo, suplicó «Señor, ¿qué quieres que haga?», a lo que Él contestó «Francisco, ve y repara mi Iglesia.» ¡Y cuantas reparaciones hay que hacer a la Iglesia de Dios en Chile! ¡Él necesita tus manos!

¡Paz y Bien!
Fray Irinel Dobos OFM Conv.

martes, 21 de julio de 2020

Experiencia Misionera de Fray Emilian Dumea (4)


La pastoral juvenil y vocacional

Celebrando eucaristía con los animadores
de pastoral juvenil franciscana conventual.
¡El último detalle y que detalle Señor! Estoy escribiendo con tantos sentimientos encontrados. Pensando en los jóvenes, pienso en mi mismo, en mi vocación, que es la de ser franciscano, en mi “hobby” de payaso, coqueteando de niño con el boxeo y mi profesión de trabajador social. ¿Me pregunto en cuál de estos detalles te has fijado Señor cuando me elegiste servirte en los jóvenes? ¡Solo Tú lo sabes Señor! Curicó, Copiapó y Santiago. Dedique mucho tiempo a la pastoral juvenil y vocacional, estando con los jóvenes, enseñándole y aprendiendo de ellos. Ustedes jóvenes son “el ahora de Dios”, “no balconeen la vida, pónganse los zapatos y mójense la camiseta” como siempre lo han hecho. Estoy orgulloso de ustedes, de sus animadores y formadores. Verdaderos franciscanos dispuestos a seguir a Jesús. Ustedes son el presente y el futuro, no solo de la Iglesia sino también de la sociedad. Hagan que este mundo sonríe una vez más. Los quiero un montón y no los voy a olvidad. Rezo por ustedes y por todos. Si algunos de ustedes, escuchando la voz del Señor, lo quiere seguir más de cerca, que lo haga con entusiasmo y sin miedo, la Iglesia y nuestra Orden Franciscana los necesita de toda forma, como laicos y consagrados. Gracias por haberme acogido, aceptado y soportado. ¡Vamos chicos, vamos chicas!

Pronto para "volar" y comenzar otra misión.
Las misiones, los encuentros juveniles en Santiago, Curicó y Copiapó, fueron momentos de mucha enseñanza, pero también de mucha diversión y amistades.  Las catequesis, retiros, momentos de formación y fraternidad, todo lo que hemos hecho, ha sido hecho en paso y de mano con Jesús y San Francisco, con la Palabra del Señor, con la fe católica, celebrando nuestra identidad cristiana. Quiero a todos ustedes con la misma medida, los respeto y los bendigo tanto y mas de lo que puedo. Que me perdonen si le es causado algún daño.
Al terminar esta carta, una vez más agradezco a mis hermanos de la Orden Franciscana conventual de Chile por brindarme la posibilidad de cumplir con mi misión. Agradezco a cada hombre y mujer, joven y niño con quien me he cruzado en mi camino.
Se que he dado poco, pero lo que más lo sé, es que he recibido mucho. 

Con los hermanos de la Delegación Chilena.
Les dejo las palabras de nuestro padre San Francisco escritas en el Testamento de Siena: “Escribe cómo bendigo a todos mis hermanos, los que están en nuestra religión y los que vendrán a ella hasta el fin del siglo... que, en señal del recuerdo y de mi bendición … siempre se amen mutuamente, siempre amen y guarden la santa pobreza, nuestra señora, y que siempre se muestren fieles y sumisos a los prelados y todos los clérigos de la santa madre Iglesia.”


¡Muchas gracias hermanos y amigos,
Hasta la vista!

¡Paz y Bien!

Fray Emilian Dumea OFM Conv.

lunes, 20 de julio de 2020

Experiencia misionera de P. Emilian Dumea (3)


Detalles de mi pastoral

P. Emilian, tocando la guitarra.
 ¿Qué detalle Señor has tenido conmigo cuando me llamaste a trabajar en la pastoral? Me dijiste que voy a encontrar amigos y hermanos y así fue.
Los primeros seis meses en Copiapó fueron muy divertidos, de hecho, toda mi presencia en Chile fue muy divertida. Los primeros pasos, aprendiendo el idioma, el contacto con la cultura, tradiciones y religiosidad chilena en las fiestas de Nuestra Señora del Carmen, Nuestra madre de la Candelaria y Fiestas patrias marcaron mucho mi vida.  
Los primeros pasos que empecé a dar, fueron en Copiapó. El cariño de la gente, intentando entender, sin corregirme mi manera de hablar. Los primeros contactos con las capillas y sectores, clero y feligreses me dieron mucho coraje en seguir aprendiendo más cada día. Me estaba acomodando de a poco.
 Pasando esta etapa fui trasladado a Curicó por 4 años, trabajando junto a los hermanos en la formación de los jóvenes con inquietudes vocacionales y pastoral juvenil. Gracias a Dios, fueron muchos los que pasaron por la puerta de nuestra casa de formación. Voy a nombras solo los últimos jóvenes a Fray Augusto, Benjamín y Mario, todos muy buena onda. El trabajo pastoral como vicario, Capellán del Hogar de Cristo y párroco en Jesús de Nazaret me dejaron el corazón lleno de tantas experiencias de fe, vividas en compañía de gente entregada, hombres y mujeres, jóvenes y niños, animadores y catequistas, ministros y coordinadores parroquiales y de comunidades. Tantas fiestas preparadas con cariño y entrega, primeras comuniones, bautismos y matrimonios, misiones juveniles y retiros.

P. Emilian durante cuna celebración
del domingo de ramos en Curicó
Todo esto era algo maravilloso y nuevo para mí que vine a Chile sin una preparación pastoral adecuada. No olvido las Fiestas Patrias y ramadas las procesiones y Cuasi modos por las calles de nuestra ciudad de Curicó. El convento Viejo donde iba a caballo por los viñedos y campos saludando a la gente trabajadora. Santa Lucia con su especifico, su linda gente en las calles del sector, las visitas a los enfermos y necesitados. María de Nazaret, con tantas actividades y movida como una parroquia, los pesebres en vivo y misas del alba en las demás capillas donde iba acompañado de nuestros ministros enviados o visitando algún enfermo llevando la comunión.
Complete mi trabajo pastoral con el social tanto en la Parroquia como en el Hogar de Cristo, intentando atender de la mejor manera posible, a nuestros hermanos necesitados. ¿Qué haría Cristo en mi lugar? ¡Dad hasta que duela! ¡Un fuego enciende otro fuego! Son palabras de San Alberto Hurtado que siempre me van a seguir. Amo Curicó y su gente. Amo de manera aparte el equipo de fútbol Curicó Unido, a quien a mi partida de Curicó lo deje a la mesa de los grandes en la primera. (Hincha incondicional, quien lo sabe, lo sabe).
Trasladado a Copiapó, donde he vivido los últimos dos años y medio, fue el lugar que cierro mi permanencia en Chile. Estuve al servicio de la diócesis como vicario parroquial, Capellán de la Escuela Italiana y del Hogar de Cristo. El desierto, fascinante, el más árido de mundo, Atacama, seguirá siendo (aunque me voy), una maravilla del mundo junto con Barranquilla “mi lugar favorito” y su gente los pescadores. Volví de donde inicie mi misión, para que después pueda, regresando a mi tierra, iniciar de nuevo, pero de una manera distinta: más franciscano, más rico en gracia, más hermano, más humano, más sencillo, más social, más cristiano y sacerdote, siguiendo siempre a nuestro Señor Jesucristo en la espiritualidad franciscana.
P. Emilian durante celebración de ramos.
Con entusiasmo, acompañe varias capillas de nuestra Parroquia San Francisco, como San Antonio, San Pedro, Santa Clara, Toledo y esporádicamente las demás capillas con su linda gente. Los quieroooo a todos. Esto lo he sentido, lo creo y lo comparto. Hice mi parte de bien, por lo menos lo intenté. Quise hacerlo de la mejor manera posible, pero salió tal como tantos de ustedes lo vieron.
Quiero a mis hermanos franciscanos, quiero esta Iglesia chilena y a su gente, laicos, consagrados y sacerdotes que luchan por su fe, queriendo una iglesia viva y misionera que trabaja por el bien de sus hermanos, por su país y por un mundo mejor. Les agradezco a todos y le pido perdón por todas mis faltas.

viernes, 17 de julio de 2020

VOLVAMOS A LA PROFECÍA


XVI Domingo del TO, Año A
 (Mateo 13, 24-43)

Campo del grano
En estos domingos la liturgia nos propone algunos textos sobre el reino de Dios, como una sociedad alternativa fuera de toda lógica del mundo, donde en vez de centrarse en el individualismo, las cosas se ponen en común; donde en vez de comandar, se sirve; donde para subir, se tiene que bajar.

Volvamos a la profecía, a hacer presente el reino de Dios, seguir a Jesús renovando nuestra adhesión a Él, hagamos memoria de los momentos donde hemos sentido a Jesús cerca, donde lo hemos “visto” actuar, la alegría que eso nos produjo a nosotros y a los demás, porque, la alegría que viene de Dios es duradera y no hace mal a los demás.

En este tiempo entre pandemia y cuarentenas, se hace difícil. Estas cosas tienden a desmotivarnos, a querer darnos por vencidos. Tentación que experimentaron también los discípulos, por eso Jesús les dice que el Reino de Dios es igual a la levadura en la masa, “tres medidas de harina” eso quiere decir cuarenta kilos de harina, cantidad grandísima para mostrar, que ese poco de levadura es capaz de hacer crecer, que de unos pocos de cristianos apasionados por Dios son capaces de hacer grandes cosas, o en otras palabras trayéndolo a la actualidad no es necesario asustarse por la situación que como iglesia estamos viviendo: “que somos minoría”, “que la gente no le interesa”, etc.


Nos queda solo confiar en Dios y como cristianos mezclarnos con la realidad ya existente, con lo que se tenemos a mano para hacer fermentar la masa, aprovechando las oportunidades que se nos presentan, arriesgando.

Entrar en la lógica del Evangelio no es fácil, nos queda mucho por caminar, por eso tenemos que estar firmes en la oración, en el contacto personal con Dios que nos ayuda a seguir adelante y a no tener miedo.

Así que ahora les propongo de rezar esta oración:
Volvamos a la profecía,
Para conocernos a nosotros mismos
No a partir de juicios fáciles,
Sino de la vida que nos pone a prueba,
Vivir para la próxima cosa hermosa que sucederá,
En el desnudo y ardiente ahora.
Volvamos a la profecía,
De una vida que se convierte en una antorcha de fuego
Resplandor de la calle,
Luz suficiente para caminar.
Volvamos a la profecía,
Tener corazones impacientes y gestos lentos,
Cuerpos que abren el camino para la palabra,
Y que todo lo que encuentran alrededor
Lo hace fácil.
Volvamos a la profecía,
A anticipar el cambio
A ser un puñado de luz
Lanzado en la faz del mundo.
(Don Luigi Verdi)


¡Paz y bien!

Fray Augusto URZUA OFM Conv.

miércoles, 15 de julio de 2020

San Buenaventura de Bagnoregio


San Buenaventura

Actual ciudad de Bagnoregio - Italia,
donde nació San Buenaventura.
Hoy queremos conocer unos de lo primeros santos franciscanos, un santo poco conocido pero muy querido a las familia franciscana. Buenaventura –Juan de Fidanza– nació en Bañorea (Bagnoregio), pequeña ciudad de centro italiana. Cuando era niño, estaba gravemente enfermo y su madre lo encomendó y consagró a San Francisco de Asís, por cuya intercesión recuperó la salud. Por eso ingresó a la Orden franciscano y se trasladó a París para completar los estudios teológicos en La Sorbona donde escuchó las lecciones de los mejores maestros de la época a la vez que atendía con ardoroso empeño a su formación espiritual en la escuela del Pobrecillo de Asís. Durante un decenio enseñó en París y cuando apenas contaba treinta y seis años, fue elegido ministro general el 2 de febrero de 1257.

San Buenaventura, doctor seráfico.
Se puede decir que san Buenaventura supo consolidar el Orden Franciscano después la intuición inicial de san Francisco: el los primeros años los franciscanos se difundieron gracias al carisma de Francisco, ahora, después la muerte del fundador, san Buenaventura contribuí al consolidamento del Orden Franciscano en toda Europa.
A lo largo de dieciocho años viajará incansable a través de Francia e Italia, llegando a Alemania por el norte, y por el sur a España; proveerá con a las necesidades de la Orden, para entonces extendida por todo el mundo antiguo conocido, en cuanto a la legislación y a los estudios, y sobre todo en cuanto a la observancia de la regla, para la que señaló el justo término medio, equidistante del rigorismo intransigente y de la relajación condenable. Predicaba con frecuencia impulsado de su celo por el bien de las almas. Buenaventura fue apreciado y escuchada por Papas y reyes. Varios papas lo consultaron en cuestiones graves del gobierno de la Iglesia. Gregorio X (1271-76) lo nombró cardenal y lo consagró obispo y le pidió su ayudo para preparar el segundo concilio ecuménico de Lyón, donde gracias a el se realizó la unión de los griegos disidentes a la Iglesia de Roma. Fue el remate glorioso de una vida consagrada al bien de la Iglesia y de su Orden.

Imagen de San Buenaventura,
en Colegio Seraphicum - Roma.
Buenaventura escribió comentarios a la Biblia y a las Sentencias de Pedro Lombardo. De la época de su gobierno nos quedan obras teológicas, apologías en que defiende la perfección evangélica y las Ordenes mendicantes de los ataques de sus adversarios, muchos centenares de sermones y opúsculos místicos; algunos, como el Itinerario del alma a Dios, son joyas inapreciables de la mística de todos los tiempos. En sus obras hallamos la síntesis definitiva del agustinismo medieval y la idea de Cristo, centro de la creación, y además la síntesis más completa de la mística cristiana.
Buenaventura vivió siempre una intensa vida interior, savia que empapaba toda su actividad a configurarse con Jesucristo, maestro y Señor. Murió el 15 de julio de 1274, proclamado santo el 14 abril 1482 y docto de la iglesia el 14 marzo 1588.

martes, 14 de julio de 2020

Experiencia Misionera de Fray Emilian Dumea (2)


Esto es en líneas grandes el trayecto de mi permanencia en Chile. Ahora, entraré un poco en los detalles.
“Que detalles Señor has tenido conmigo,
Cuando me llamaste, cuando me elegiste,
Cuando me dijiste que tu eras mi amigo,
Que detalle Señor has tenido conmigo”
Son palabras de una canción que me gusta mucho y que quise compartir con ustedes en este momento.
El Señor me llamo por un tiempo de casi 7 años para vivir en Chile, donde fui acogido con alegría de esta gran familia cristiana y franciscana.

Mis hermanos franciscanos conventuales

Fray Emilian trabajando con los pescadores
de Barranquilla
¿Qué detalles Señor has tenido conmigo cuando me llamaste a Chile para vivir con mis hermanos franciscanos conventuales de esta delegación? ¡Tú lo sabes Señor! ¿Cuántos buenos hermanos me han dejado lindos recuerdos y lindas enseñanzas? ¡Todos Señor, todos! Padre Franco que siempre encontraba un poco de tiempo para dar un pequeño paseo por el desierto o algunas playas en Copiapó. P. Mario tranquilito, sonriendo por cada palabra chueca que sacaba mientras me acompañaba en misa. Fabrizio con quien tuve la dicha de ver las ballenas por primera vez en mi vida en 2013 y que después de volver a Copiapó me brindo tanto apoyo en mis locuras hasta dejarme vivir con los pescadores en Barranquilla.

Giuseppe de quien aprendí que siempre tenemos que estar atentos y disponibles a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas.  Ramon que me enseño cocinar diciéndome “si ves que la comida no tiene sabor, échale una cebolla encima, un poco de sal y esta”. Tullio, un volcán, con quien hemos compartido tantas misas a la chilena, tantas procesiones y otras locuras en los sectores de Curicó, soportándome casi todas las payasadas. Padre Pedro con su sabiduría me fue como un maestro en lo que significa misión, contándome su vida alrededor de un rico asado. Enrique profundo en sus homilías y oración en la tranquila capilla del convento de Curicó. Padre Mauricio, tan humano y fraterno diciéndome con cariño “te voy a odiar en el día que vas a dejar Chile”.
Fray Emilian en Monasterio de Quilvo.
Cristian siempre bien organizado y calculado en todo al milímetro, soportando estoicamente, durante tantas misiones, mi deseo de solo pasarlo bien y mi falta de orden en las cosas. Fabio con su profunda espiritualidad y siempre maravillándose de todo lo creado (todavía sigo rezando por ti). Hermano Jack, con su gusto a la fotografía, enseñándome observar lo hermoso hasta en lo más sencillo. Clemente: se quedó poco, pero la casita de Gufy, que hicimos juntos, todavía sigue en pie. Augustin, tranquilo, trabajando con alegría en la pastoral hospitalaria. Irinel y Mateo, los dos muy buena onda, que alcance conocerlos compartiendo la última misión juvenil en Capitán Pastene.
Todos ustedes hermanos míos me dejaron una muy linda enseñanza. Les agradezco por haberme aceptado tal como soy y les pido perdón por mis faltas, que fueron muchas.


lunes, 13 de julio de 2020

Experiencia Misionera de Fray Emilian Dumea (1)

Tres misioneros Rumanos en Chile:
Fray Irinel, Fray Emilian y Fray Augustín.
Gracias Chile, gracias hermanos franciscanos conventuales

“Queridos hermanos, estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús”.
Con estas sencillas palabras de san Pablo a los Tesalonicenses quisiera agradecer de corazón a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, a nuestra madre Virgen del Carmen, madre de Chile y Virgen de la Candelaria, a nuestro padre San Francisco, a esta linda Iglesia chilena y a mis queridos hermanos franciscanos por el tiempo vivido juntos a lo largo de este hermoso país llamado por buenas razones “una copia feliz del Edén”.
Era en el verano de 2012 cuando empezó a materializarse en mí, el deseo de hacer una experiencia misionera. Mi provincial no tardo mucho en responderme indicándome a Chile como una de las posibilidades. Acepté este desafío y empecé a prepararme de la mejor manera posible, leyendo sobre historia, cultura, geografía, deporte (futbol) y religiosidad del país junto con hacer un curso básico de español en Madrid.
Fray Emilian "payaso" 
Llegue a Chile en el mes de abril de 2013, acompañado de fray Tullio y Mauricio que estaban regresando de Italia y a quien los divise fácilmente en el aeropuerto Barajas en Madrid. Llegando a Chile nos esperaba para llevarnos del aeropuerto, en una camioneta un abuelito simpático p. Enrique que me saludo con “bienvenido a Chile”. Pasé por el convento de Santiago donde conocí a fray Cristian (antes conocí a sus papas en Italia durante un día misionero). Me quede unos días en Santiago para conocer el lugar y después viaje a Curicó donde conocí a p. Pedro, Giuseppe y Ramon.
Después de conocer a los hermanos y saludando parte de la gente del lugar me dirigí hacia Copiapó en un largo viaje en Bus. Allí me quede por los siguientes tres meses conociendo a p. Fabrizio, Mario y Franco. De apoco empecé a acomodarme con la aridez del desierto y con la gente del lugar, que me recibieron con mucha alegría. Seguí el aprendizaje del español chileno (los modismos) junto con los jóvenes que divirtiéndose me estaban enseñando varios garabatos. Tomando contacto con lo que significa misión, celebraciones y fraternidad conventual franciscana decidí al tiro quedarme.
En el mes de julio, agosto y septiembre del mismo año viaje a Italia para hacer un curso en Verona, completando de esta manera mi básica formación misionera. Allí conocí a Fabio y los dos misioneros laicos Salvatore y Angela que también se estaban preparando para la misión. Que maravillosos son los caminos y los planes del Señor. Después del curso recibí junto a Fabio el mandato misionero y regrese a Chile en la comunidad de Copiapó donde me quede hasta el mes de febrero de 2014 cuando fui trasladado a Curicó para trabajar junto con los hermanos en la formación de los jóvenes y sirviendo la comunidad cristiana de Jesús de Nazaret en la diócesis de Talca como vicario parroquial, capellán del Hogar de Cristo y párroco.

Fray Emilian de siempre, "el salto de
alegría".
Después de cuatro años vividos a tope en Curicó vine de nuevo a Copiapó en febrero de 2018 donde me quedé hasta el 2 de julio de 2020, trabajando como vicario parroquial, capellán de la Escuela Italiana y del Hogar de Cristo. Por la comunidad de Santiago, donde no alcance vivir, siempre pasaba con alegría por algún encuentro de delegación o formación, o para descansar durante mis vacaciones, mientras recuperaba los partidos perdidos de fútbol, que Cristian siempre los tenía grabados. En todos estos años aprendí cosas maravillosas, conocí gente y lugares, compartiendo mi vida de fe y la amistad con todos los que me fueron encomendados, aprovechando la buena acogida de mis hermanos, compartiendo con ellos tanto lo super bueno, como lo bueno y lo meno bueno. Por todo esto les agradezco queridos hermanos.

sábado, 11 de julio de 2020

"SEMBRAR Y SEMBRAR.... LO IMPORTANTE ES SEMBRAR"


Domingo XV, año A.
Mateo 13,1-23.

"Un sembrador salió a sembrar"
Por tres domingos, en este mes de julio leeremos el capítulo 13 del Evangelio de San Mateo, dedicado a las parábolas del Reino. Jesús nos habla del reinado salvador de Dios. Y, consecuente con el designio del Padre de revelar todo esto a los sencillos habla de ello en parábolas.
Con esta primera parábola Jesús, explica el significado auténtico de su propia misión. Como si dijese: sí, yo soy el Mesías, pero no de la manera, no según el estilo que ustedes se imaginan. No he venido a juzgar, sino a salvar. No he sido invitado a poner en su sitio las cosas, sino a iniciar algo. Mi tarea no es la de hacer las sumas, sino la de dar la señal de partida. Inauguro no el tiempo del juicio, sino el de la misericordia e de la paciencia y de la paz.
Mi misión está bajo el signo de la siembra, no de la cosecha. Por eso hace resaltar, ante todo, la figura del sembrador y se "fija" su gesto.
La explicación siguiente (que, en el fondo, es otra parábola), insistirá en los varios tipos de terreno, y consiguientemente en la respuesta del hombre, en su responsabilidad. Detengámonos en esta sencilla reflexión, por tanto, en el punto focal de la parábola. Un punto que no ha de buscarse en el final (en la cosecha), sino en el principio (la siembra). La parábola nos proyecta no hacia el futuro, sino hacia el presente.
La semilla es la palabra de Dios
El Reino de Dios está aquí en medio de nosotros, y también en este tiempo de pandemia, un tiempo incierto, complicado, lleno de miedo y de dolor, sí Dios con su Reino está aquí -bien escondido- pero en acción.
Jesús es el sembrador. Ha "salido" para esto -para sembrar-, no para otra cosa. Su tarea específica es el sembrar. Ni siquiera es importante saber lo que siembra. Lo significativo es el acto de sembrar.
El sembrador no elige el terreno, que somos nosotros. No decide cuál es el terreno bueno y cuál es el desfavorable, cuál apto y cuál menos apto, cuál del que se puede esperar algo, y cuál por el que no vale la pena esforzarse.
Y después no olvidemos que la semilla, que es la palabra, tiene también el poder de transformar el terreno, puede romper las rocas, abrirse un paso en el camino trillado hacia las profundidades del ser... No se dice que la semilla se resigne a las condiciones que encuentra. La palabra es creadora. También del terreno. Basta dejarla obrar. Es la palabra que puede transformar el "corazón de piedra" en "corazón de carne".
Para actualizar esta parábola en nuestra vida, miramos a la experiencia de dos santos, uno chileno y el otro italiano.
San Alberto Hurtado recibió con generosidad la semilla de evangelio y se trasformó en “Apóstol de Jesucristo, servidor de los pobres, amigo de los niños y maestro de juventudes” como recita su oración. San Alberto en sus escritos nos recuerda que Jesús siembra en cada corazón la semilla del Evangelio y cada uno después es libre de responder pero sí, Jesús nos necesita; y así escribe el Santo chileno: “Necesito de ti… No te obligo, pero necesito de ti para realizar mis planes de amor. Si tú no vienes, una obra quedará sin hacerse que tú, sólo tú puedes realizar. Nadie puede tomar esa obra, porque cada uno tiene su parte de bien que realizar.”
También san Francisco de Asís recibió, en su juventud, la semilla de la Palabra y con prontitud y disponibilidad responde a esta invitación recibida en la pequeña iglesia de santa Maria de los Ángeles, y así escriben los Tres compañeros en su Leyenda: “Francisco habiendo escuchado un día en la celebración de la misa lo que dice Cristo a sus discípulos cuando los envía a predicar, es a saber, que no lleven para el camino ni oro ni plata, ni alforja o zurrón, ni pan ni bastón, y que no usen calzado ni dos túnicas; y como comprendiera esto más claro por la explicación del sacerdote, dijo transportado de indecible júbilo: -Esto es lo que ansío cumplir con todas mis fuerzas-”.
Pedimos al Señor que también hoy los jóvenes puedan responder con generosidad al llamado de Cristo y que la tierra de su corazón sea fértil cono el de Alberto Hurtado y de Francisco de Asís.

Rezamos con unos versículos del Salmo 64
Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida...
Tú preparas los trigales: riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos, bendices sus brotes.


Paz y bien

Fr. Tullio Pastorelli O.F.M. Conv.

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