Domingo XII, TO-A
Mateo 11,26-33
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La alegría franciscana entre hermanos. |
El miedo es un sentimiento que todos nosotros hemos experimentado. Pero no es del
todo negativo aunque se a menudo es el
peor enemigo
nuestro.
El miedo también es positivo porque nos señala los peligros, evita gestos imprudentes
y insensatos. Por eso tiene razón San Pablo cuando dice: “Tengo la certeza que ni tribulación, angustia, persecución, hambre,
desnudez, espada … nada nos podrá separar del amor de Dios manifestado en
Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom 8,35-39).
En medio de la persecución, donde vivir la fe en Jesús no era tan fácil,
evangelista Mateo presenta las últimas instrucciones de Jesús a sus discípulos
antes de la misión. Tomando la palabra de Jesús „No tengan miedo”, Mateo anima
a su comunidad como Jesús animaba a sus discípulos de ser testigos de la Buena
Noticia del Reino de Dios. Los ejemplos que pone Jesús son comunes:
hablar sin miedo de la Buena Noticia, anunciarla públicamente “desde lo alto de las casas” (27). Es
decir que no sea un secreto sino algo público. También presenta el no tener
miedo a quien pueda matar el cuerpo, porque lo importante es el alma. Un
ejemplo más es el de los pajaritos, que se compran y venden o el de nuestros
cabellos. El Padre Dios conoce todo lo que nos sucede: “No hay
nada oculto, nada secreto que no deba ser conocido” (26).
¿Acaso, no se vende un par de pájaros por unas monedas? |
“Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que
escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas”(27). ¿No es una invitación
para nosotros de no tener miedo de ser sus testigos en nuestra sociedad hoy en
día? ¿Qué significa para ti hoy en día ser testigo del mensaje de Jesús? ¿Qué
es a lo que no debemos temer y qué sí debemos temer? ¿Y por que temer si sabemos
que el Padre nos tiene a su cuidado, hasta nos tiene contados todos nuestros cabellos? “No teman a los que matan el cuerpo,
pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma” (28).
San Francisco de Asís, después de que ha dejado toda la riqueza, la seguridad y el prestigio de la
casa paterna, no sabía todavía claramente no que tiene que hacer. Y en su
oscuridad rezaba ante el crucifijo de San Damían: “ilumina las tinieblas de mi corazón”. En
silencio de su oración escuchó a Dios que le hablaba y invitaba a reconstruir
su casa. Dejó la casa paterna y encontró tesoro que nadie lo pueda quitar. En
su alabanza al Dios Altísimo, dijo : “Tú eres el Bien, todo el Bien, el sumo Bien, Señor Dios
vivo y verdadero. Tú eres Amor, tú eres Caridad. Tú eres belleza, tú eres
Seguridad, tú eres Paz. Tú eres Gozo y Alegría, tú eres nuestra Esperanza”.
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Cuando un "SÍ" es la respuesta, ya no hay miedo. |
Si en el evangelio de hoy
encontramos las últimas instrucciones que Jesús dio a sus discípulos antes de ir
a su misión, San Francisco de Asís por su experiencia, dejó también el estilo
apostolato particular a sus primeros compañeros: “Donde hay caridad y sabiduría, allí no hay
temor ni ignorancia” (Adm. 27). Y este estilo nos recuerda las ideas
básicas de la vida cristiana: sin caridad, ninguna virtud es verdaderamente
cristiana. La caridad no nos mantiene encerrado en nuestro propio mundo; al
contrario, nos invita a salir. Si amamos a Jesús, ya no hay motivo de tener
miedo de ser su testigo en el mundo actual y no podemos ignorar su invitación,
su llamada. ¿Te atreves a responder su
llamada, de anunciar su Buena Noticia desde los alto de las casa?
¡NO TENGAS MIEDO A DAR TU RESPUESTA!
¡El Señor te dé su paz!
Fray Augustín BUDAU O.F.M.Conv.
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