viernes, 26 de noviembre de 2021

I° Domingo de Adviento - Año C.

¡No quedará piedra sobre piedra!

Lucas 21, 25 – 28. 34 – 36.

Una nueva amanecer....

 

Con este primer domingo del tiempo de Adviento iniciamos un nuevo año litúrgico, una ocasión de gracia que Dios nos ofrece en la Iglesia presentándonos sus misterios de salvación, para que sigamos en nuestro camino confiando siempre el Él. Durante este año litúrgico iremos siguiendo la lectura del evangelio de Lucas, un evangelista seducido por la misericordia de Jesús antes los pobres y los pecadores, un evangelista que nos muestra la figura de María como la primera discípula obediente a la Palabra, y nos presenta a Jesús recorriendo su camino de entrega hacia Jerusalén. El tiempo de Adviento nos sitúa frente al hecho de que la fe no es el recuerdo de un ilustre personaje de la historia, pero que ahora está ausente porque su tiempo ya pasó; sino que es la actitud esperanzada en Aquel que está presente y actuando en la historia y que viene para llevarla a su plenitud.

El texto del evangelio de este domingo es parte del así llamado “discurso escatológico” (Lc 21,5-36). Este discurso está presentado como respuesta de Jesús a una pregunta de los discípulos. Ante la belleza y grandeza del templo de la ciudad de Jerusalén, Jesús había dicho. “¡no quedará piedra sobre piedra! (21, 5-6). Los discípulos querían que Jesús les diese más informaciones sobre esta destrucción del templo y pedían: “¿Cuándo sucederá esto, Maestro, y cuáles serán los señales de que estas cosas están a punto de suceder?

La comunidad del tiempo de Lucas (año 85) a causa de la destrucción de Jerusalén (año 70), frente a los desastres, guerras y persecuciones de los cristianos pensaba que el fin del mundo estaba acerca, por esto la preocupación principal del discurso escatológico es el de ayudar a los discípulos a discernir los signos de los tiempos para no ser engañados por las conversaciones de la gente sobre el fin del mundo.

Los fenómenos cósmicos en el sol, la luna, las estrellas, el fragor del mar y de las olas que a primera vista suscitan angustias y terror en la gente, más allá de su apariencia negativa, son imágenes cósmicas que sugieren algo positivo, es decir el comienzo de la nueva creación que sustituirá la antigua creación, son señales que introducen la manifestación del Hijo de Dios, el comienzo de nuevos tiempos. Lo que nos dice el texto es que Jesucristo es el Señor y Vencedor de toda la historia, es el único absoluto y que permanece para siempre, mientras que aún lo que parece más estable en este mundo (el sol y las estrellas) no lo es. Sólo Jesucristo es Señor y su victoria está más allá de todo lo que ocurre en la historia.

El evangelista Lucas dice: “Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarle la liberación”. Esta afirmación indica que el objetivo del discurso no es el de causar miedo, sino sembrar esperanza y alegría en el pueblo que estaba sufriendo por causa de la persecución. Las palabras de Jesús ayudaban las comunidades a leer los hechos con una mirada de esperanza.

El texto luego termina con los consejos que Jesús da a la gente, de modo que siempre estén atentos: evitar lo que pueda turbar y endurecer el corazón (disipaciones, borracheras y afanes de la vida); orar siempre pidiendo fuerza para continuar, esperando en pie la venida del Hijo del Hombre. No se trata de una espera pasiva, lo propio es la vigilancia, la atención a los signos de los tiempos.

Con este anuncio del triunfo de Jesucristo, de su venida para la salvación de la historia, y con este llamado a la vigilancia, comenzamos nuestro Adviento. La esperanza del cristiano no se funda en actitudes psicológicas de optimismo o de pesimismo frente a lo que ocurre en el mundo, sino que se funda en el triunfo de Jesucristo como plenitud del plan de amor de Dios para toda su creación.

 

¡Buen camino de Adviento a todos!

Fray Fabio MAZZINI OFMConv.

sábado, 20 de noviembre de 2021

Domingo de Jesucristo Rey del Universo - Año B

¿Entonces Tú eres rey?

Evangelio: Juan 18, 33b-37

 

            En el texto del evangelio de hoy encontramos muchas preguntas que nos puedan servir a entender mejor el mensaje. En primer lugar, esas preguntas salen del diálogo privado  entre Pilato, representante del imperio más poderoso de la tierra y Jesús, un reo que se presenta como testigo de la verdad, Mesías enviado por Dios y Rey del universo.

Al comienzo, Pilato quiere, al parecer, saber la verdad que se encierra en aquel extraño personaje que tiene ante su trono: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. El humano  interroga a Dios. El humano quiere saber si el Hijo de Dios es un rey, quiere saber si es verdad o  mentira. Es la preocupación de todos nosotros. Parece que cuando Jesús reine en nuestra vida, tenemos menos poder, menos libertad. Pilato está preocupado si es que Jesús constituye una amenaza para Roma o menos, así que preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”.

"Entonces, tu eres rey?"


Jesús le contestó: “¿Dices tú esto de ti mismo, u otros te lo han dicho de mí?” Jesús conoce hasta lo que guardamos en nuestros corazones y quiere entender el significado de la pregunta. Ahora Él se convierte de interrogado al interrogador. El no tiene otra cosa que su verdad y su palabra de vida. Como interrogador, Jesús se presenta el verdadero juez y señor de la situación. Jesús es el juicio entre la luz y las tinieblas, entre la verdad de Dios y la mentira del mundo, entre la vida y la muerte.

“¿Qué es lo que has hecho?” Jesús en su respuesta, sirve la pregunta de Pilato para explicar en qué consiste su realeza. “Mi realeza no es de este mundo”. Se realeza no es de este mundo. No se asienta sobre la injusticia y la mentira y el poder. Su reino tiene que aparecer en los corazones de los hombres, que ama la verdad, la paz, la justicia, en los corazones iluminados por la fe, amor y esperanza. Su reinado tiene como fundamento la verdad que proviene del Padre, la verdad que  Pilato no quiso escuchar.  La verdad del reinado de Jesús es una llamada que puede transformar la vida de las personas, capaz de hacer nuestra vida más humana. Es la libertad liberadora.

            “¿Entonces Tú eres rey?”

            Escuchando el evangelio de hoy, creo que la invitación para nosotros es hacernos examen de conciencia colectiva ante el Testigo de la Verdad que es Jesús mismo.  ¿Podemos discernir con humildad qué Jesús es el verdadero nuestro Rey? Déjate  interrogar por Jesús si en tu corazón hay mentiras que te impiden a creer y confiar totalmente en El.

"Una oración, un diálogo personal con Cristo Rey".


            Y recemos con San Francisco de Asís, la oración de Alabanzas del dios altísimo:

Tu eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas.

Tú eres fuerte, tú eres grande, tú eres altísimo,

tú eres rey omnipotente,

tú, Padre santo, rey del cielo y de la tierra.

Tú eres trino y uno, Señor Dios de dioses,

tú eres el bien, todo el bien, el sumo bien,

Señor Dios vivo y verdadero.

Tú eres amor, caridad; tú eres sabiduría,

tú eres humildad, tú eres paciencia,

tú eres belleza, tú eres mansedumbre,

tú eres seguridad, tú eres quietud, tú eres gozo,

tú eres nuestra esperanza y alegría, tú eres justicia,

tú eres templanza, tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción.

Tú eres belleza, tú eres mansedumbre;

tú eres protector, tú eres custodio y defensor nuestro;

tú eres fortaleza, tú eres refrigerio.

Tú eres esperanza nuestra, tú eres fe nuestra,

tú eres caridad nuestra, tú eres toda dulzura nuestra,

tú eres vida eterna nuestra:

Grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso Salvador.

 

¡Que tengas un buen domingo de Cristo Rey del Universo.

Y deje que Él reine en tu vida y en tu corazón!

 

Fray Jack Ginting OFM Conv.

viernes, 12 de noviembre de 2021

Domingo 33° - T.O. Año. B

LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

Evangelio: MARCOS 13, 24-32

 

Querido amigo/a, no te asustes al escuchar el Evangelio de este Domingo, que nos habla del fin del mundo que pronto llegará. Si Jesús les dijo a sus discípulos que “no pasará esta generación, sin que suceda todo esto”, no pretendía marcar el momento exacto de su Segunda Venida a este mundo, para el Juicio final. De hecho, Él mismo subraya que sólo el Padre conoce el día y el minuto preciso del fin del mundo actual, que producirá el comienzo de un Paraíso de amor, en el cual se verán realizadas todas las divinas promesas.

Sin miedo a equivocarnos, podemos creer que, con estas enseñanzas suyas, Jesús quería despertar a sus discípulos, para que reconocieran que ninguna generación está exenta de una fundamental labor espiritual: la de prepararse para el encuentro con Dios ‘cara a cara’, aprendiendo a reconocer las divinas manifestaciones que llenan de su presencia nuestra vida de cada día.

Parábola de la higuera y la llegada del verano..


Es así que entendemos el sentido de la parábola de la higuera en el Evangelio de hoy: como al ver brotes y hojas percibimos con nuestros sentidos la presencia del verano que se acerca, aún sin poderlo ver con nuestros ojos, así estamos llamados a reconocer al Dios que se acerca a nuestra existencia, tan sólo con los ojos de la fe, no con los ojos corporales.

Ojalá tuviéramos el entrenamiento de San Francisco para reconocer al Dios que nos habla en los castos abrazos y las conversaciones amables de nuestros hermanos y hermanas, en el canto de las aves y los ríos y los vientos, en el pedido de ayuda del hermano enfermo y necesitado, en la alegría de los niños y en el llanto de las madres, en un versículo de la Biblia y en la emoción de una oración, en la hostia que el sacerdote nos ofrece y en el Crucificado de brazos abiertos, en los frutos y los colores de la madre tierra… en fin, todo nos habla del Dios que se nos acerca, si aprendemos a tender los oídos del corazón.

Es una linda y franciscana tarea para todos nosotros, así que… “¡comencemos, hermanos, a servir al Señor Dios, porque es poco y escaso lo que hasta ahora hemos hecho!”. ¡Que el Señor te llene de paz y te done todo bien!

 

Fray Christian BORGHESI, OFM Conv.

sábado, 6 de noviembre de 2021

32° Domingo del T.O. - Año. B

LAS VIUDAS DE LA PALABRA DE DIOS : las mujeres que saben colocar a Dios como valor absoluto de sus vidas. 

Nuevamente en las lecturas de este domingo Jesús se enfrenta con los escribas (los intérpretes oficiales de la Toráh y también especialistas en derecho). Este derecho les permitía, a varios de ellos, aprovechar  las leyes en beneficio propio y no en favor de los pobres.

Frente a este peligro Jesús advierte: Cuídense de los escribas, pues su arrogancia,  su obstinación y sobrexposición, contrasta con la figura de la viuda y su ofrenda del Evangelio. Esta mujer no era reconocida por la gente, vestía come pobre, sólo se sabía de su indigencia. No tenía tampoco privilegios, ni tenía silla propia en la sinagoga. Indigente y nada más!! Podemos decir también, una mujer explotada, sin derechos, únicamente con deberes!

Una anciana que lee la biblia....


En las palabra de Dios de este domingo XXXII, son dos las viudas pobres que dan color a las lecturas. La primera se fía de la palabra de Elías y le hace un panecillo con el puñado de harina y el poco de aceite que le quedaba y recibe una recompensa multiplicada (1 Reyes17,8-16). La segunda, la Viuda del Evangelio, echa "dos pequeñas monedas de cobre" (Mateo 12,41-44) y recibe el elogio del Señor: "ha echado más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado lo que tenía para vivir".

Estas dos mujeres son modelo de creyentes. Son personas abiertas a Dios: confían en él. Poca cosa tienen, pero no se aferran celosamente a lo poco que tienen. No dan los restos, sino lo que necesitan para vivir. Dios no quiere que le demos lo que nos sobra (y aún, a menudo de forma exhibicionista, como si demostráramos nuestra generosidad y obtuviéramos mérito por ello). El "primer mandamiento" -que vale para todos- es "amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón..." (domingo pasado). De igual modo, el segundo es "amarás a tu prójimo como a ti mismo" (y no "dales algo de lo que te sobra").

Estas mujeres son dos "pobres" en el sentido bíblico de los "anawim" (pobres de Yahvé), los que Jesús proclamaba dichosos. No tienen demasiado de que presumir y sentirse orgullosos y ponen en Dios su esperanza. Cualquiera lo reconoce enseguida: ésta es la religión verdadera, "pura e intachable a los ojos de Dios Padre" (St 1,27; d. 22). ¡Qué contraste con aquellos ricos que echan mucho dinero para el Templo y con los escribas que aparecen en el evangelio!


La ley del amor, es la ley de abandonarse en Dios y  amar a los hermanos como a nosotros mismos. Una buena sugerencia nos la presenta san Francisco, en la admonición IX donde habla del Amor: “Dice el Señor: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, y orad por los que os persiguen y calumnian (Mt 5,44). En efecto, ama de verdad a su enemigo aquel que no se duele de la injuria que le hace, sino que, por amor de Dios, se consume por el pecado del alma de su enemigo. Y muéstrele su amor con obras.”

 

Los ojos del espíritu de San Francisco de Asís.



Para finalizar rezamos esta oración de abandono escrita por de Charles de Foucauld:

Padre mío, me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo.

Con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas,

no deseo nada más, Dios mío.

Pongo mi vida en Tus manos!

Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo,

y porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin medida,

con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre.

 

 

Les deseo una feliz semana y buen mes de María a todos y a todas

Paz y bien fr. Tullio Pastorelli O.F.M.conv.

𝐌𝐈𝐒𝐈Ó𝐍 𝐃𝐄 𝐈𝐍𝐕𝐈𝐄𝐑𝐍𝐎 𝟐𝟎𝟐𝟒

𝐃𝐞𝐥 𝟐𝟓 𝐚𝐥 𝟐𝟖 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐥𝐢𝐨, 𝐥𝐨𝐬 𝐣ó𝐯𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐂𝐮𝐫𝐢𝐜ó 𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐢𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐩𝐨𝐫 𝐬...