viernes, 24 de septiembre de 2021

Domingo 26° - T.O. Año B

“No se lo impidan…”

Evangelio: Marcos  9, 38-43. 45. 47-48

 

    Seguir a Jesús no es un camino tan fácil. Los discípulos habían dejado todo para seguirlo pero no de una manera gratuita como sería normal, sino escondiendo detrás de su disponibilidad deseos personales de grandeza, de poder, etc, egoísmos que soñaban realizar siguiendo al Maestro, al que Pedro acaba de reconocer como Mesías.

    En el texto que leemos en este domingo, el 26 del tiempo ordinario, encontramos a Jesús en Cafarnaúm, en una casa, junto con sus discípulos que están alrededor de él. Les estaba enseñando que El que quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos(Mc 9,35) y,  en la medida que uno aprende a renunciar a su egoísmo y se abre a las necesidades de los demás realiza realmente su vida. Pero es un proceso bastante difícil para los apóstoles y para cada cristiano de hoy.

"Diferente....porque no es de los nuestros"

    El apóstol Juan experimenta una cierta dosis de envidia, al encontrar personas buenas, que se permiten usar el nombre de Jesús para expulsar demonios; “se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo” (Mc 9,38). Antes habían “discutido” en el camino sobre quién es el más grande del grupo, ahora están defendiendo el privilegio de ser el grupo elegido, cerrado y exclusivista que no quiere compartir con nadie este honor de tener a Jesús. Es otra expresión del deseo del poder que guardaban dentro. Pero Jesús tiene paciencia con ellos, entiende su dificultad y sigue enseñándoles.

    Sentado en medio de ellos como el verdadero Maestro, les da esta norma preciosa: “No se lo prohíban, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mi. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro” (Mc 9,39-40) Cada persona que hace el bien está haciendo la obra de Dios, todo aquél que libera, dignifica protege la vida del otro es un constructor del Reino de los cielos. El Espíritu de Dios está obrando libremente también en personas que no están directamente dentro la Iglesia, tal vez ni son bautizadas,etc. Los milagros de amor no pueden ser obstaculizados, al contrario son un motivo alegría.

    Dios valora la bondad y la buena intención de cada persona. Francisco de Asís, purificado en su camino de conversión, recibe la luz divina que lo ayuda a ver la belleza y la bondad de Dios en todo: en la naturaleza, en el universo y en cada hombre que encuentra, logra a ver un hermano/hermana. El entiende que todo el bien tiene origen en nuestro Creador: “Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas. Tú eres fuerte, tú eres grande, tú eres altísimo, tú eres rey omnipotente, tú, Padre santo, rey del cielo y de la tierra. Tú eres trino y uno, Señor Dios de dioses, tú eres el bien, todo el bien, el sumo bien, Señor Dios vivo y verdadero” (Alabanzas del Dios Altísimo).

"Y el que no está contra nosotros,
está con nosotros".
    Consiente que todo lo que es bueno en nosotros es obra de Dios, san Francisco nos invita a restituir de una manera creativa todo el bien recibido: «Devolvamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos son de él, y démosle gracias por todos a él, de quien proceden. Y el mismo altísimo y sumo, solo Dios verdadero, tenga y a él se le tributen y él reciba todos los honores y reverencias, todas las alabanzas y bendiciones, todas las gracias y gloria, de quien es todo bien, solo el cual es bueno» (1 R 17,17-18).

Que nos ayude el Señor a descubrir el bién que existe en nosotros y saber valorar los gestos de amor que los demás pueden hacer.


Paz y bien,

fr Augustin BUDAU OFMConv.


viernes, 17 de septiembre de 2021

Domingo 25° - T.O. Año B

“El que recibe a uno…”

Evangelio: Marcos 9, 30 – 37

 

En el Evangelio de este domingo, Jesús continúa enseñándonos acerca de su camino como Mesías según Dios. El texto nos presenta el llamado segundo anuncio de la Pasión,  el cual no es comprendido por los discípulos que por el camino discutían quién de ellos era el más importante. Los apóstoles todavía no entienden cuál es el proyecto de Jesús, no aceptan un Mesías que se convierte en siervos de los demás, continúan soñando con un Mesías glorioso y víctimas del miedo, ni contradicen ya al Maestro ni se atreven tampoco a preguntarle.

Los doce ya desde tiempo comparten la vida con Jesús, escuchan su palabra y enseñanzas, son testigos de los signos y milagro que cumple, pero todavía no han aprendido a pensar como el Maestro. Ante la discusión que los discípulos han mantenido entre sí por el camino acerca de quién era el más grande, urge sobre todo una lección: la del servicio.

El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre,
me recibe a 
 …”.


Jesús da esta enseñanza con algo que nunca los discípulos han de olvidar presentando dos actitudes fundamentales. La primera actitud: El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. No hay espacio por la competencia agresiva, el discípulo de Jesús ha de renunciar a ambiciones, rangos, honores y vanidades, en su grupo nadie ha de pretender estar sobre los demás. Al contrario ha de ocupar el último lugar y ser como Jesús servidor de todos. La secunda actitud es tanto importante que Jesús la ilustra con un gesto simbólico tomando un niño y poniéndolo al centro del grupo de los Doce. El niño era una de las criaturas más insignificantes de la cultura antigua. Por su estatura y edad no estaba en condiciones de participar en la guerra, ni en la política ni en la vida religiosa. Jesús coloca uno de estos pequeños en medio de los discípulos para que aquellas personas ambiciosas se olviden de honores y grandezas y pongan sus ojos en los pequeños, los débiles, los más necesitados.  Luego, Jesús abraza al niño y dice a los discípulos El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a  …”.

Quien acoge a un “pequeño” está acogiendo al más “grande”, a Jesús y quien acoge a Jesús está acogiendo al Padre que lo ha enviado. El mundo en que vivimos parece competir en una alocada carrera por alcanzar el “éxito”, y por un lado es bastante normal que todas las personas quieran triunfar y tener éxito y, como muchos dicen, “ser alguien en la vida”, pero ¿en qué consiste de verdad tener éxito, triunfar y “ser alguien”? Ante la loca carrera por el éxito mundano, Jesús nos anuncia la Buena Noticia del éxito según Dios: el triunfo del Siervo en su vida entregada.

 

Fray Fabio MAZZINI OFMConv.

viernes, 10 de septiembre de 2021

Domingo 24° - T.O. Año B

Seguir a Jesús desde nuestra cruz.

Evangelio: Marcos 8,27-35.

 

El evangelio de Marcos de este domingo, nos relata un momento donde Jesús junto con sus discípulos, caminando hacía los poblados de Cesarea de Filipo. Interesante pensar que en su vida pública, Jesús, siempre está acompañado por sus discípulos. En ese camino del seguimiento, del discipulado, Jesús dirige a sus propios discípulos una pregunta acerca de su identidad. A la primera pregunta “¿Quién dice la gente que soy Yo?”, no compromete la opinión de sus discípulos pero responden a una sola voz “algunos dicen que…”. Y solamente cuando el Señor quiere saber lo que piensan sus discípulos y pregunta “y ustedes ¿quién dicen que soy Yo?”, el único que toma la voz es Pedro, confesando y confirmando frente a todos Jesús es el Mesías.

Después de la respuesta de Pedro, Jesús “ordena terminantemente que no dijeran nada acerca de él” porque Él sabe muy bien que a sus discípulos les falta todavía muchas instrucciones. Y en sus instrucciones, Jesús tiene que enfrentar su camino hacia la pascua de resurrección pasando por “la vía dolorosa, la cruz”, es el camino de Jerusalén.

San Francisco abraza la cruz.


La instrucción de Jesús pone a Pedro en crisis. Pedro no puede aceptar a un Mesías que tenga que padecer en la cruz. Por eso toma aparte al Maestro se pone a increparlo, como si sus palabras tuvieran una inspiración diabólica. Entonces Jesús, de cara a sus discípulos y utilizando el mismo tono, le dice: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”. Al increpar a Jesús para que abandone el camino de la cruz, Pedro ha olvidado el puesto de discípulo (detrás de Jesús) y se ha convertido en tentador (Satanás).

Pero las palabras de Jesús a Pedro no se quedan en el reproche. El Maestro reúne a la gente y a sus discípulos haciéndoles una nueva llamada al seguimiento: El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Jesús clarifica  a la multitud y a sus discípulos que los que quieren acompañarlo y seguirlo tiene que compartir su estilo de vida y de misión. Cargar la propia cruz no es simplemente “renunciar y perder la vida” sino un proyecto, un paso para quedarse solo  detrás de Jesús, abandonándose como Él a la voluntad del Padre.

Es el camino del discipulado. Meditando el texto del evangelio, ¿Cómo te ayuda el pasaje de hoy a profundizar tu conocimiento de Jesucristo? ¿De qué manera impulsa tu relación con él? Pedro quiere afrontar su seguimiento desde criterios humanos y no desde las categorías de Dios. ¿Piensas que esto es algo que sólo le ocurrió a Pedro u ocurre también a ti?

A pesar de la crisis vocacional del seguimiento por la que están atravesando Pedro y los discípulos, Jesús vuelve a llamarles y les pide que se identifiquen con él. Así Jesús ha dado un sentido nuevo al camino del seguimiento: Seguir a Jesús no es sólo adherirse a un proyecto, sino sobre todo identificarse con él llegando hasta la cruz.

La reproducción de cruz de San Damían,
que habla a San Francisco.


Para San Francisco de Asís seguir a Jesús significa CONFORMARSE con la voluntad del Padre, por eso en una oración en la carta a toda la Orden, traza su itinerario: “Todopoderoso y eterno Dios, concédenos a nosotros hacer lo que sabemos que quieres y querer siempre lo que te agrada, a fin de que, interiormente purificados, iluminados interiormente y encendidos por el fuego del Espíritu Santo, podamos seguir las huellas de tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y llegar, por sola tu gracia, a ti, Altísimo, que en Trinidad perfecta y simple unidad, vives y reinas y eres glorificado, por los siglos de los siglos, Amen” (CtaO 51-52). Y no hay otro camino para llegar al Altísimo sino el camino de la cruz, de la renuncia a sí mismo. En fin RENUNCIAR, CARGAR Y SEGUIR, nos hablan de una invitación a hacer de nuestra vida, una donación y entrega.

¿Quién es Jesús para ti? ¿A qué cosa tienes que aún renunciar, lo que te impide seguir radicalmente a Jesús, caminar detrás de Él?

 

¡Feliz  domingo a todos!

¡Paz y Bien!

 

Fray Jack Ginting OFMConv.

viernes, 3 de septiembre de 2021

Domingo 23° T.O. - Año B.

¡ÁBRETE!!!

Evangelio: MARCOS  7,31-37 

Querido amigo/a, si tienes alma franciscana y te detienes un minuto a pensar a un hecho de la vida de San Francisco que esté relacionado al texto del Evangelio de este domingo, puedo imaginar que – tal vez entre otros – se te haya ocurrido el relato del encuentro de Francisco con el leproso. Para mí ha sido una conexión inmediata, pensando en el dualismo de pureza e impureza que caracteriza el mundo hebraico de Jesús y el tiempo medieval de Francisco: en ambos casos la enfermedad se consideraba una maldición de Dios y estaba estrictamente prohibido tocar al sordomudo y al leproso. Pero Jesús y Francisco no se conforman con las leyes rituales de su época y ambos se lanzan en gestos tan absurdos para los sanos, cuanto dignificantes y esperanzadores para los enfermos: una caricia incómoda a orejas y lengua atrofiadas, un abrazo atrevido al cuerpo degradado. Es éste tal vez el primer ‘ábrete’: ¡ábrete a una misericordia inexplicable!, ¡ábrete a un amor que supera las leyes estériles!, ¡ábrete a la esperanza salvadora y gratuita de Dios!



El milagro de Jesús acontece en tierra extranjera, así como el encuentro de Francisco en las afueras de la ciudad de Asís: no todo lo sagrado y repleto de amor surge en tierra bendecida, en asambleas cristianas, en personas de fe. El extranjero es el emblema de todos los que no conocen a Jesús. Pero el Espíritu sopla donde quiere y alcanza a quien quiere, ya que Dios no se cansa de recorrer el sendero de hombres y mujeres en búsqueda de ellos. A veces están tapadas las orejas de quienes necesitan escuchar la palabra de amor de nuestro Dios, otras veces están secas las lenguas de quienes están llamados a anunciarla. ¡Ábrete - entonces - al soplo divino que está hablando a tu corazón!, ¡abre tus orejas para escuchar su divino aliento y abre tu boca para anunciarlo!


El Evangelio muy pocas veces nos dice qué pasó con todos los bendecidos por Jesús, por sus milagros y por su gracia salvadora. Pero, si quisiéramos imaginar cómo siguió la vida del sordomudo y de muchos más, nos parece obvio y nos encanta pensar que él también siguió a Jesús, siendo tan impactantes la gracia y el amor recibidos. Para mí, para ti, para todos los que han conocido el amor de Dios, resuena una vez más el ¡ábrete a la voluntad de Dios!, ¡ábrete a la llamada del Dios que confía en ti!, ¡ábrete a la vocación y a la misión que el Padre te encomienda!

“Todo lo ha hecho bien”, así que no temas, hermano mío. ¡Buen camino!

 

Fray Christian BORGHESI OFMConv.

𝐌𝐈𝐒𝐈Ó𝐍 𝐃𝐄 𝐈𝐍𝐕𝐈𝐄𝐑𝐍𝐎 𝟐𝟎𝟐𝟒

𝐃𝐞𝐥 𝟐𝟓 𝐚𝐥 𝟐𝟖 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐥𝐢𝐨, 𝐥𝐨𝐬 𝐣ó𝐯𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐂𝐮𝐫𝐢𝐜ó 𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐢𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐩𝐨𝐫 𝐬...