Domingo XIV, Año A.
Mateo 11,25-30
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"Carguen sobre ustedes mi yugo..." |
“Vengan a mí, los que están cansados y agobiados y yo
lo aliviaré” (Mt 11,28)
“Te alabo, Padre,
Señor del cielo y de la tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y
entendidos, se la diste a conocer a la gente sencilla!” (Mt 11,25)
Francisco de Asís era un hombre sencillo, un hombre
que al final de su vida sabía alegrarse por todas las cosas hecha para Dios.
Francisco sabía reconocer la presencia di Dios en todas la criaturas y en todas
las cosas creadas. La plegaria que Jesús dirige al Padre me recuerda “El cántico de las Criaturas” de san Francisco: “Altísimo y omnipotente buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición. A ti solo,
Altísimo, te
convienen y ningún hombre es digno de
nombrarte”.
Francisco en su
oración se alegraba con Dios por los muchos dones recibidos en su vida. Francisco aprendió a orar a Dios escuchando el evangelio, contemplando a Jesús. Francisco aprende a orar a Dios mirando a como Jesús oraba al Padre. Las
palabras que Jesús dirige al Padre son una corta plegaria, una reacción
espontánea y jubilosa de Jesús ante el resultado de la misión de los apóstoles. Jesús exclama de gozo porqué la gente sencilla ha recibido el anuncio y el
reinado de Dios. Jesús goza porque Dios nos sorprende, porqué Dios quiere
revelarse a los desheredados de este mundo. Jesús goza porqué la gente sencilla
sabe aceptar la llamada de Dios, sabe reconocer a Dios en su propia vida.
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"Aprender a ser hijos de Dios" |
Lo de Jesús es un
gozo exultante, fruto de la experiencia de Dios como Padre. Jesús lleno de Espíritu
Santo, nos revela la predilección del Padre por el hombre, a través su sentimiento
filial y aprendamos también nosotros a ser hijos de Dios. Jesús quiere
encontrar en manera especial las personas abatidas y agobiadas, los excluidos. Jesús quiere que llevemos otro yugo y otra carga. Jesús quiere que llevemos su
yugo que es suave y su carga ligera (Mt 11,30). Solo los “pequeños”, los
que no tienen la pretensión de condicionar a Dios ni exigirle que actúe según
los interesa personal o de su propio grupo, solo los humildes y sencillo están
capacitados para acoger Jesús y el reino de Dios que nos lleva.
Francisco fue
sorprendido para Dios en su vida, Dios se reveló en la vida de Francisco y
Francisco acogió su llamada. El santo de Asís con su vida fu siempre cercano a
las personas abatidas y agobiadas, las personas excluidas como los leprosos. No
tenemos miedo de responder a la llamada de Dios, de confiarle nuestras
angustias y temores: “Vengan a mí, los que están cansados y agobiados y yo
lo aliviaré” (Mt 11,28). Hagamos de nuestra vida un canto de gozo y
alabanza a Dios como nos enseña Francisco: “Bienaventurados a los que
encontrará en tu santísima voluntad porque la muerte segunda no
les hará mal. Alaben y
bendigan a mí Señor y denle
gracias y sírvanle con gran humildad”.
Fray Matteo MARTINELLI OFMConv.
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