“Quiero ser
Evangelio viviente…”
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Los pies de los jóvenes misioneros franciscanos |
Las palabras de la canción “Francisco Evangelio viviente” son los
que los jóvenes misioneros franciscanos de Copiapó, Santiago y Curicó vivimos durante diez días en la misión de Capitán Pastene – Lumaco 2020. En esta
misión, 54 jóvenes, adultos y 5 frailes de las tres ciudades nos embarcamos en un
viaje de encuentro con Cristo en esta localidad de la región de la Araucanía
desde el día 7 de Febrero hasta el 17 del mismo mes y nuestro lema fue “La vida no queremos balconear, un Dios de
amor venimos a anunciar”.
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Visita a las comunidades |
La misión 2020 tiene un
sabor distinto a otras misiones que he participado, como misionera hace
aproximadamente 6 años, me hace pensar y sentir que este encuentro con Cristo fue
mucho más profundo; puesto que observaba como el grupo de misionero
se sentía muy acogido por la comunidad, que ellos siguiendo el ejemplo de Jesús con
este carisma
franciscano, se sentían entregados a todo aquel que requería su
ayuda, ya sea para cortar las ramas de un árbol porque la familia no podía o
simplemente acompañando a las personas que desde hace mucho vivían solas y que
el encuentro con ellos era un encuentro con Cristo.
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Los misioneros saltando de alegría. |
Me llena de emoción ver que generamos un impacto en la comunidad, en ver
a una señora que era bastante mayor jugando feliz con los misioneros porque sentía el gozo de tener a
Jesús en su corazón y se contagiaba con el resto. Igualmente, a modo
de comunidad franciscana fuimos creciendo, porque en este tiempo juntos fuimos
notando el cómo hemos ido evolucionando, que tenemos hermanos menores nuevos que debemos
seguir guiando y que nuestros hermanos que llevan mucho tiempo en esta familia
franciscana son capaces de acogerlos y de crear este solo cuerpo que a veces uno
no imagina que está presente, pero que lo estaba al momento de comer juntos, de
crear
fraternidad, de preocuparse del otro cuando estaba enfermo o
simplemente darnos ánimo cuando el cansancio nos vencía. Son los momentos en que Dios nos acompañaba y que nosotros nos
abandonábamos en él para poder seguir sus caminos.
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Las tres comunidades se hicieron una sola comunidad y familia franciscana |
Sin duda alguna puedo decir
que cada una de las personas que vivió esta misión se entregó por completo a
ella. Como se dice en el evangelio, los jóvenes dieron su vida por Dios y ganaron el cariño
de una comunidad, pues ellos dejando sus vacaciones, sus comodidades
y sus familias, decidieron embarcarse en este viaje que requería una entrega
completa y que al
final ganamos una familia franciscana donde cada uno sabe que es
miembro de ella. Esperamos que cada comunidad
pueda transmitir en su ciudad la alegría del encuentro con Cristo que
cada uno pudo vivir.
Barbara Stuardo
Misionera Santiaguina
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