sábado, 4 de julio de 2020

"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra"


Domingo XIV, Año A.
Mateo 11,25-30

"Carguen sobre ustedes mi yugo..."
“Vengan a mí, los que están cansados y agobiados y yo lo aliviaré” (Mt 11,28)

“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se la diste a conocer a la gente sencilla!” (Mt 11,25)
Francisco de Asís era un hombre sencillo, un hombre que al final de su vida sabía alegrarse por todas las cosas hecha para Dios. Francisco sabía reconocer la presencia di Dios en todas la criaturas y en todas las cosas creadas. La plegaria que Jesús dirige al Padre me recuerda “El cántico de las Criaturas” de san Francisco: “Altísimo y omnipotente buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición. A ti solo, Altísimo, te convienen y ningún hombre es digno de nombrarte.
Francisco en su oración se alegraba con Dios por los muchos dones recibidos en su vida. Francisco aprendió a orar a Dios escuchando el evangelio, contemplando a Jesús. Francisco aprende a orar a Dios mirando a como Jesús oraba al Padre. Las palabras que Jesús dirige al Padre son una corta plegaria, una reacción espontánea y jubilosa de Jesús ante el resultado de la misión de los apóstoles. Jesús exclama de gozo porqué la gente sencilla ha recibido el anuncio y el reinado de Dios. Jesús goza porque Dios nos sorprende, porqué Dios quiere revelarse a los desheredados de este mundo. Jesús goza porqué la gente sencilla sabe aceptar la llamada de Dios, sabe reconocer a Dios en su propia vida.
"Aprender a ser hijos de Dios"
Lo de Jesús es un gozo exultante, fruto de la experiencia de Dios como Padre. Jesús lleno de Espíritu Santo, nos revela la predilección del Padre por el hombre, a través su sentimiento filial y aprendamos también nosotros a ser hijos de Dios. Jesús quiere encontrar en manera especial las personas abatidas y agobiadas, los excluidos. Jesús quiere que llevemos otro yugo y otra carga. Jesús quiere que llevemos su yugo que es suave y su carga ligera (Mt 11,30). Solo los “pequeños”, los que no tienen la pretensión de condicionar a Dios ni exigirle que actúe según los interesa personal o de su propio grupo, solo los humildes y sencillo están capacitados para acoger Jesús y el reino de Dios que nos lleva. 
Francisco fue sorprendido para Dios en su vida, Dios se reveló en la vida de Francisco y Francisco acogió su llamada. El santo de Asís con su vida fu siempre cercano a las personas abatidas y agobiadas, las personas excluidas como los leprosos. No tenemos miedo de responder a la llamada de Dios, de confiarle nuestras angustias y temores: “Vengan a mí, los que están cansados y agobiados y yo lo aliviaré” (Mt 11,28). Hagamos de nuestra vida un canto de gozo y alabanza a Dios como nos enseña Francisco:Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad porque la muerte segunda no les hará mal. Alaben y bendigan a mí Señor y denle gracias y sírvanle con gran humildad”.


Fray Matteo MARTINELLI OFMConv.

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