viernes, 25 de junio de 2021

Domingo 13° - T.O. - Año B.

“Tu fe te ha salvado”.

Evangelio: Marcos 5, 21-43.

El texto evangélico del domingo pasado, lo de Jesús que calma la tempestad, era una invitación a caminar en la confianza de la fe, venciendo al enemigo de la fe que es el miedo, y reconociendo que toda nuestra capacidad viene de Dios. El relato evangélico de hoy nos presenta dos situaciones que ponen en acto la confianza de la fe en Jesucristo: la mujer hemorroísa que busca sanación en Jesús, y Jairo que confía en Jesucristo ante la enfermedad mortal de su hija.

"Curación de la mujer hemorroisa" (Web)


Marcos nos presenta a una mujer desconocida, solo sabemos que padece una enfermedad que le impide vivir de manera sana su vida de mujer, esposa y madre. Se ha arruinado buscando ayuda en los médicos, pero sin sanarse. Nadie le ayuda a acercarse a Jesús, tiene miedo, las leyes y los prejuicios la condenan como impura y la mantienen alejada y aislada en su enfermedad. Pero ella no se rinde, no espera pasivamente que Jesús  se le acerque y le imponga sus manos, ella misma lo busca superando todos los obstáculos. No se contenta con solo ver a Jesús de lejos, busca un contacto más directo y personal. Sin molestar a nadie se acerca por detrás, entre la gente y le toca el manto, un gesto delicado con que la mujer expresa su confianza total en Jesús. Todo ha ocurrido en el secreto, pero Jesús quiere que todos conozcan la fe grande de esta mujer, y cuando ella, asustada confiesa lo que ha hecho, Jesús le dice: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad”. Una mujer marginada y excluida de la sociedad que el evangelista Marcos presenta como modelo de fe para las comunidades cristianas y para los creyentes que leerán su evangelio.

Luego el texto continúa con el relato del drama que vivía Jairo, el jefe de la sinagoga, cuya hija acababa de morir: otra excluida de la vida y de todos los bienes que ella ofrece. La palabra de Jesús a Jairo pone en relación – como tantas veces en el evangelio – la ausencia de miedo con la fe: “No temas, basta que creas”. Y ahora es Jesús quien acude a tocar la excluida “la tomó de la mano y le dijo: Talitákum, que significa: ¡Niña, yo te lo ordeno, levántate! En seguida la niña que tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar”.

"Talitá Kum, Hija de Jairo" (fuente:web)

Así el texto evangélico de hoy nos presenta a Jesucristo que está al alcance de la mano, especialmente de la mano de los excluidos. Se deja tocar por los excluidos y acude a tocar a los excluidos. La confianza de la fe a la que estamos invitados es a buscar esta cercanía de Jesús como para tocarlo y confiar en Él, y Él no se aleja ni se esconde o huye para el que lo busca, Más todavía, ante la confianza de la fe acontece que: “Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de Él…” y restituye a la plena vida. El paso que nos toca ir dando es acoger y cultivar el regalo que significa caminar en la confianza de la fe, entonces es cuando se despliega toda la fuerza que nos comunica Jesucristo.

 

 

Fray Fabio MAZZINI, OFMConv.

viernes, 18 de junio de 2021

12° Domingo T.O. – Año B.

«Vamos a la otra orilla».

Evangelio: Marcos 4, 35-41.

«Al atardecer de ese mismo día», cuando la luz del día va apagándose y pronto caerán las tinieblas de la noche, al atardecer del día en que Jesús acababa de enseñar las parábolas del Reino de Dios a sus seguidores, Jesús mismo toma la iniciativa de aquella extraña travesía: «Vamos a la otra orilla». Les invita  a sus discípulos a pasar juntos, en la misma barca, hacia otro mundo, más allá de lo conocido: Decápolis, la región habitada por paganos y judíos. En la  oscuridad de aquella atardecer, la barca en la que van Jesús y sus discípulos se ve atrapada por un fuerte vendaval, de aquellas tormentas imprevistas y furiosas que se levantan en el lago de Galilea, de tal manera que incluso está a punto de inundarse.

"Vamos a la otra orilla..."


En aquella oscuridad, los discípulos luchando impotentes contra la tempestad y «Jesús durmiendo tranquilamente en la popa, sobre el cabezal». La oscuridad de aquella noche, no permita que los ojos de  los discípulos vean la presencia real de Jesús entre ellos en su barca. Lo único que pueden ver es  la falta de interés por ellos por parte del Maestro. Aterrorizados y teman de ahogarse, los discípulos despiertan a Jesús: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?». Jesús no se justifica. Se pone de pie y pronuncia una especie de palabra mágica «¡Silencio! ¡Cállate!», y «el viento se aplacó y sobrevino una gran calma». Y solo después de aquel momento dijo a sus discípulos: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»

Evangelista Marcos describe este episodio para despertar la fe de las comunidades cristianas que viven momentos difíciles y también para despertar nuestra fe en momentos difíciles. Hoy en día mucha gente siente miedo e inseguro por tantas causas. En nuestra vida se producen fuertes vendavales, borrascas y tormentas: la pandemia covid-19, crisis económicas, salud, política y morales, desconfianza, violencia. Y las cosas y la vida cambian demasiado rápido, como pasar de día a la noche. Todo oscuro, el futuro incierto. Y el miedo nos hace tambalear cuando experimentemos serios problemas y peligros. ¿Qué nos está sucediendo a los seguidores de Jesús que nos invita a ir a la otra orilla? ¿Por qué son tantos nuestros miedos para afrontar estos tiempos de pandemia y crisis? Y ¿tal vez tan poca nuestra confianza en Él que viaja con nosotros en nuestra barca?

San Francisco de Asís, en la oscuridad de su camino de discernimiento, pidió a Dios Altísimo la luz, esa Luz verdadera para que alumbrara las tinieblas de su corazón, para que tenga fe recta, confianza total en Dios y esperanza cierta que le ayude a llegar a la «otra orilla» donde pueda «sembrar la Buena Noticia del reino de Dios». Y oró así ante el crucifijo de San Damián: «Alto y glorioso Dios, Ilumina las tinieblas de mi corazón. Dame fe recta, esperanza cierta, y caridad perfecta. Sentido y conocimiento, Señor, Para que cumpla siempre tu santo y veraz mandamiento.»

Hoy, Jesús nos invita, te invita a ti a cruzar el mar de la vida junto con Él, en tu barca. ¿Responderías a su invitación a sembrar la semilla del Reino de Dios en la otra orilla? ¿Temas que tu fe y tu confianza en Él no son suficientemente grandes para aceptar esa invitación? ¿Y sabes que teniendo a Jesús en tu barca, puedes resolver grandes problemas, el fuerte vendaval de tu vida? No temas entonces a responder su invitación. Hoy, Jesús te invita nuevamente: «¡Ven y sígueme!» (Lucas 18:22). Si te sientes inseguro, rece con San Francisco: «¡Ilumina Señor,  las tinieblas de mi corazón y dame fe recta!»

 

 

¡Que tengas un buen domingo!

 

Fray Jack GINTING OFMConv.

viernes, 11 de junio de 2021

DOMINGO 11º T.O. - año B

Evangelio: Marcos 4, 26-34.

.Fiesta de San Antonio de Padua

La Semilla que crece.

 

La Palabra de Dios nos ayuda a reflexionar sobre el significado del “Reino de Dios”, una afirmación con la que estamos familiarizados, pero que abarca una magnitud de aspectos que hasta se pueden volver contradictorios. ¿El Reino de Dios se puede encontrar en este mundo o sólo alcanzar en el más allá? ¿Es una realidad que tenemos que construir o que estamos llamados a recibir como un don, ya que no es nuestro? ¿Está dentro de nosotros o nosotros estamos en él? Y así podríamos seguir con más preguntas.

El santo del día, San Antonio de Padua, contemporáneo y fiel seguidor de San Francisco, nos recuerda lo esencial: “El Reino de Dios es el bien supremo: por eso lo tenemos que buscar. Hay que buscarlo con fe, con esperanza y con caridad. La justicia de este Reino consiste en poner en práctica todo lo que Jesús nos ha enseñado. Buscar el Reino de Dios significa practicar esta justicia con nuestras obras. Busquen entonces primero el Reino de Dios, o sea denle prioridad por encima de todas las demás cosas: todo háganlo buscando el Reino, nada busquen que no sea el Reino, orienten hacia el Reino todo lo que están buscando” (Sermones de San Antonio de Padua).

"...sea que duerma o se levante,
de noche y de día,
la semilla germina y va creciendo,
sin que él sepa cómo". 


¿Dónde, cómo y qué buscar? Si ya lo supiéramos, ¡no lo estaríamos buscando! Jesús en el Evangelio de este domingo nos dice que el Reino es tan pequeño que puede parecer hasta insignificante; que está escondido bajo tierra y no lo vemos, sólo sabemos que está; que el Reino brota como un tallo, pero tampoco sabemos cuántos granos o frutos se podrán recoger de aquello; que hay momentos en los cuales veremos cómo el Reino se extiende en toda su grandeza y con todos sus frutos. Necesita de parte nuestra que reguemos y cuidemos, a veces lo que vemos, otras lo que sabemos que está presente aún sin verlo. Pero no depende principalmente de nosotros que crezca, ya que el Reino es poderoso en sí, lleno de vida, fecundo y productivo, con un potencial enorme simplemente por ser “Reino de Dios”.

Para finalizar, los padres de la Iglesia consideran que los muchos pájaros del cielo que encuentran cobijo, sombra y paz en las ramas del Reino pueden ser todos nuestros pensamientos, sentimientos y emociones: por lo general nos cuesta ponerles freno y darles tranquilidad, tanto que los tenemos que tratar uno a la vez. Pero la fuerza del amor de Dios es tan poderosa que en el árbol de su Reino pueden encontrar tranquilidad aún estando todos juntos.

“Hermanos queridos, supliquemos entonces al Señor Jesucristo, que nos conceda buscar su Reino y construir en nosotros una Jerusalén de santidad, para alcanzar un día aquella Jerusalén celestial y ser considerados dignos de cantar nuestro aleluya por sus calles, juntos a los ángeles. Nos lo conceda Él mismo, cuyo Reino permanece para siempre. Y toda alma virtuosa conteste: ¡Amén. Aleluya!” (Sermones de San Antonio de Padua).

 

Fray Christian BORGHESI, OFMConv.

sábado, 5 de junio de 2021

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - AÑO B

“Corpus Christi” – ¿Cuál debería ser la finalidad de esta solemnidad?

Evangelio: Marcos 14,12-16. 22-26.

Me parece muy modesto lo que dicen los textos teológicos sobre el sentido de esta solemnidad. En síntesis, si tienes la curiosidad de consultar sobre la solemnidad del Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo, te dirán que es históricamente conocida por su nombre en latín, “Corpus Christi”. Te dirán que este día es una celebración de la presencia real de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía: cuerpo, sangre, alma y divinidad. Te contarán algunos milagros eucarísticos, y que esta solemnidad comenzó celebrarse en Lieja en 1246, siendo extendida a toda la Iglesia occidental por el Papa Urbano IV en 1264, teniendo como finalidad proclamar la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía.



Esta finalidad me inquieta. ¿Es suficiente para mi vida de fe saber que la solemnidad de “Corpus Christi” se trata de la presencia real de Cristo en la Eucaristía? ¿No es algo que ya sabía? ¿No es esto lo que medito en cada celebración eucarística? Se presupone que todos los católicos lo saben. ¿Por qué tener entonces una solemnidad exclusiva sobre la presencia real de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía?

A veces estamos tan llenos de explicaciones teológicas, que perdemos el sentido esencial de las cosas. Por esto, queridos amigos de Cristo, les propongo como preparación a esta solemnidad, no sólo pensar en el hecho que Jesucristo está realmente presente en la Eucaristía, porque siempre lo está, no solo en la solemnidad “Corpus Cristi”, sino también meditar sobre las consecuencias de su presencia. En definitivo, les propongo meditar personalmente una serie de preguntas que deberían ayudarnos entender y vivir mejor el sentido de esta solemnidad.

Creo que nuestra meditación debería centrarse en la palabra “Santísimo” que se atribuye a la Eucaristía. No siempre entendemos el peso de esta palabra y cometemos graves errores. Les acuerdo que en el Antiguo Testamento, cuando Dios le habló a Moisés desde la zarza ardiente, le pidió quitarse las sandalias de los pies, porque el lugar donde estaba pisando era tierra santa (Cf. Éxodo 3,5). Entonces, si frente a un terreno santo hay que quitarse las sandalias, ¿Qué piensas que deberías hacer de frente al “Santísimo”? ¡Meditalo bien! ¿No lo estás acaso profanando? ¿Estás seguro que eres digno comulgar con el “Santísimo” o tal vez deberías limitarte por ahora solo en adorarlo? ¿No deberías quitar tus pecados en el sacramento de la Confesión si Jesucristo dejó esta posibilidad?



Y ahora, querido hermano o hermana, si ya te es claro de qué modo deberías acercarte al “Santísimo”, creo que estamos listos para hacer el último paso en nuestra breve meditación. Si el “Santísimo” es el tesoro más precioso que existe, y Jesucristo quiere nutrirte y hacerte parte de este Preciosismo Sacramento, “¿cuánto crees que tú vales para Dios?” Sin duda, eres lo que comes. ¡Él te ama tantísimo! ¿Tú mismo, te estás valorando como persona nutrida con el Preciosismo Sacramento? ¿Tratas a los demás como personas nutridas con el “Santísimo”? ¡Qué mundo hermoso sería si lo hicieras!

En fin, les recuerdo las palabras del papa Francisco sobre el misterio de la Eucaristía: “Además del hambre física, la gente tiene otra hambre, una que no puede satisfacerse con la comida ordinaria. Es el hambre por la vida, el hambre por el amor (y) el hambre por la eternidad. El cuerpo y la sangre de Cristo pueden dar vida eterna a las personas porque la sustancia de este pan es amor. Vivir la fe católica, significa dejarse nutrir por el Señor y construir su vida no sobre bienes materiales, sino sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, Su Palabra y Su Cuerpo. “


¡Feliz domingo para todos!

Fray Irinel DOBOS OFMConv.

Retiro Espiritual Anual de la Delegación

Del 3 al 9 de marzo de 2024, en el Monasterio de las Monjas Trapenses de Quilvo - Curicó, se llevó a cabo el retiro espiritual anual de los ...