viernes, 27 de agosto de 2021

Domingo 22° T.O. - Año B

“Felices los de corazón limpio”

Evangelio: Marcos 7,1-8. 14-15. 21-23

 

Con el domingo pasado hemos terminado los cinco domingos, tiempo en que  hemos  leído el capítulo sexto de Juan, y con este domingo XXII del tiempo ordinario, volvemos a retomar el evangelio correspondiente a este ciclo B, Marcos, el que ya no dejaremos hasta el  final del año litúrgico.

El evangelio de Marcos tiene un esquema básico y unas ideas de fondo, pero en cambio,  no tiene una organización sistemática de los hechos o de las palabras de Jesús. Por eso,  prácticamente, cada escena evangélica es un acontecimiento en sí misma, y presenta un  aspecto, una faceta, de este Jesús que se manifiesta y que a través de él manifiesta el  Reino de Dios.

¿Por qué tus discípulos
comen con las manos impuras?


Si  lo miramos bien, si vamos al fondo de cada uno de los textos que iremos leyendo,  nos daremos cuenta de que Jesús, marca unos caminos de vida que no se ajustan al  modelo que habitualmente se tiene por normal y razonable. Lo que Jesús propone,  rompe  con las rutinas sociales e incluso eclesiales. Y valdría la pena que no escondiéramos esa radicalidad, al contrario, que la hiciéramos notar. Y que hiciésemos notar también que Jesús nos obliga constantemente a revisar, en qué dirección tenemos puesta nuestra vida. Porque el interés de Jesús no radica tanto en lo que hacemos y en lo que conseguimos,  sino en qué dirección nos ponemos.

Y dado que cada domingo el evangelio nos mostrará un acontecimiento o una palabra de  Jesús, que afecta aspectos profundos de nuestra vida personal y comunitaria, podría resultar pedagógico, ahora que se inicia un nuevo curso de este Evangelio, plantear la Eucaristía y la  predicación de este domingo y los cuatro domingos de septiembre, como una reflexión sobre cinco actitudes  básicas personales o comunitarias, que nos pueden servir de guía y programa de vida.

En el evangelio de hoy, Jesús no se opone a la ley, o a los preceptos, pero sí Jesús alza la voz contra las desviaciones interpretativas.  Precisamente en el mismo capítulo del evangelio de hoy, Marcos narra el caso concreto con  el que Jesús echa en cara a los fariseos cómo, bajo pretexto de limosnas para el templo, se  niegan a socorrer económicamente a los padres.

Esta sería la actitud que hoy nos presenta el evangelio y también quiere resaltar: la fe en Jesús no tiene su  fundamento en leyes y ritos, sino en sacar de nosotros todo aquello que nos contamina: todo aquello que nos estropea por dentro, y sobre todo aquello que hace daño a los demás, sea por acción o por omisión. La lista que hace Jesús es muy significativa, y afecta a las  relaciones personales, a la vida de matrimonio, a la vida económica y laboral, a todo lo que  hacemos.

Porque es aquí, en todas las realidades y aspectos de nuestra vida de cada día, donde  se juega la realidad o la falsedad de nuestro seguimiento a Jesús. Y aquí irá bien, leer la  claridad y contundencia con que Santiago, en la segunda lectura, expresa cuál es "la  religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre", en perfecta sintonía con lo que ha  dicho Jesús en el evangelio de hoy.

Para terminar, cito las palabras de San Francisco de Asís, que encontramos en las Admoniciones cap. XVI: donde habla de la limpieza del corazón: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Son verdaderamente limpios de corazón quienes desprecian las cosas terrenas, buscan las celestiales y no dejan nunca de adorar y ver, con corazón y alma limpios, al Señor Dios vivo y verdadero”.

Pedimos al Señor la capacidad de tener nuestros corazones cerca del Señor, de no honrarlo solo con  los labios o de palabras, sino más bien con todo nuestro ser, involucrando toda la nuestra vida con actitudes concretas de entrega , con obras de caridad y con gestos de misericordia.

 

¡Feliz semana a todos!

Fray . Tullio Pastorelli OFMConv.

viernes, 20 de agosto de 2021

Domingo 21° T.O. - Año B.

“¿Quieres abandonar a Jesús?”

Evangelio: Jn, 6, 60-69.

 

¿Estás cansado, aburrido, o molesto con Jesús, tanto de querer abandonarlo? Seguramente muchas veces te ha puesto esta pregunta. Los problemas de la vida que no encuentran un camino de salida, las dificultades que nos atemorizan… los momentos actuales que son complejos y desafiantes…. todo esto nos abruma y nos empuja a seguir la vida sin rumbo, o peor, si la necesidad de Dios.

Frente a un lenguaje “duro”, “incomprensible”, los discípulos están tentados de hacer lo mismo: dejar al Maestro.

Nos situamos al final del largo discurso de Jesús que habla del “Pan de Vida” (capítulo 6 de san Juan). Los discípulos aquí exclaman que estas palabras son “duras”. ¿Quién puede escucharlas?. ¿Dureza de palabras? ¿Dureza de oído? ¿Dureza de corazón? ¿Cuáles de estos tres interrogantes encuentran respuesta en el corazón de los discípulos y de los nuestros?

"También ustedes quieren irse?


Por ese motivo algunos abandonan a Jesús, no entienden, se quedan solamente en lo sensacional, en lo superficial, con sus “durezas”. Como siempre Jesús los invita y nos invita a dar un salto, a cambiar los esquemas, a dejarse guiar más por la fe a estar abierto a la gracia de Dios, a saber escuchar su voz.

«Por esto les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede». Esta declaración audaz nos incluye a todos. Por esta enseñanza podemos asegurarnos de que nuestra decisión para seguir al Señor es el resultado de su iniciativa hacia nosotros, juntos con nuestra fe.

 «¿A quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna». Pedro y los demás, no entienden completamente las implicaciones de esta enseñanza, pero son leales a Jesús y se quedarán con él tanto como puedan, porqué sus palabras ya habían fascinados sus corazones, los habían encendido de amor, lo mismo que le sucedió a Francisco de Asís cuando escucha el Evangelio y el llamado de Jesús. 

El camino de la fe.


Tómate unos momentos esta semana para recordar lo que Dios hizo en tu vida. ¿En qué momento ha sentido el llamado de Jesús? ¿Cuáles fueron las circunstancias del llamado? ¿Quiénes fueron los principales participantes? ¿Cómo le ha respondido, o como te gustaría responderle?

Confiar en Jesús es saber exclamar como Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.»

 

Fray Fabrizio RESTANTE OFMConv.

viernes, 13 de agosto de 2021

ASUNCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

“Que se cumpla en  tu palabra”

Evangelio: Lucas 1, 39-56

 

La fiesta de la Asunción de la Virgen María nos invita tener una mirada alta, a tener nuestros ojos levantados hacia Dios. María siempre nos acompaña a encontrar a Dios. “Que se cumpla en  tu palabra” contesta María al ángel Gabriel que fue a visitarla. María quiere que se cumpla la Palabra de Dios, todo lo que hace en su vida es por dar cumplimiento a la Palabra de Dios, ella es la llena de gracia porque la gracia pueda llenar la vida de cada hombre.



La primera cosa que María hace es ponerse en camino, se apresura para ir a visitar a su prima Isabel. María llena de la gracia de Dios va a visitar a Isabel porque también ella está embarazada y necesita su ayuda.

La gracia de Dios pone en movimiento a María para ir a servir a su prima Isabel, porque la gracia llena nuestra vida de caridad y amor. La iglesia nos habla de la Asunción de la Virgen María a través del encuentro entre dos mujeres. “María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.”

Cuando María entra en la casa de Isabel se llena de Espíritu Santo y saluda a María diciendo “Bendita tu entre la mujeres y bendito el fruto de ti vientre”. María es bendecida porque lleva en su vientre la gracia de Dios, el fruto del amor de Dios.

María contesta al saludo de Isabel con un canto de alabanza “Mi alma canta la grandeza del Señor, mi espíritu se estremece de gozo en Dios mi salvador”.



María está llena de gozo y alegría porque lleva consigo el gozo y la alegría de ser hija de Dios. También nosotros como cristianos tenemos que llevar en el mundo el gozo y la alegría de ser hijos de Dios, el gozo y la alegría de haber recibido la gracia de Dios. La fiesta de la Asunción de la Virgen María nos recuerda que nuestra Madre nos ayuda a encontrar a Dios, María nos acompaña a subir hacia a Dios, María como una madre nos protege y educa.

Francisco de Asís tenía una gran devoción por nuestra Madre, el miraba a María como ejemplo por todos los frailes y escribió por ella esa preciosa oración:

Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró

Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien.

Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya. Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya y todas vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del Espíritu Santo en los corazones de los fieles, para que de infieles hagáis fieles a Dios (san Francisco de Asís).

 

Fray  Matteo MARTINELLI, OFMConv.

viernes, 6 de agosto de 2021

Domingo 19° - T.O. Año B.

TENER HAMBRE DE DIOS

Evangelio: Juan 6,41-51.

También en este domingo, en el Evangelio de Juan, continúa el discurso sobre el pan de vida, una gran catequesis de Jesús, un hermoso discurso aunque, tal vez, difícil de aceptar. El domingo pasado escuchamos el inicio de este discurso donde Jesús compara el don del "maná" con su persona, diciendo que Él es el pan que viene del cielo. Les habla del pan que da la verdadera Vida. Es una promesa real para los que creen en Él y le aceptan como enviado de Dios.

Pero Jesús tiene poco éxito con los que lo escuchan. Ellos murmuran contra él: “¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos?”. Se comprende la incredulidad y el escándalo que produce esta enseñanza de Jesús en sus oyentes. ¿Cómo puede decir ahora: “Yo soy el Pan vivo bajado del cielo?”.


"Yo soy el Pan vivo bajado del cielo"

En la falta de fe de aquellos que siguen a Jesús se manifiesta toda la dificultad de creer en Aquel que se proclama Hijo de Dios, que dice ser capaz de quitar el hambre y sed de la persona o sea de hacerla feliz. ¿Cómo no ver en todo esto nuestra propia dificultad y resistencia a poner nuestra vida en las manos del Señor? De Aquel que dice “el que come de este Pan vivirá para siempre”. Pero el Señor nos recuerda que la capacidad de acogerlo no es fruto de nuestro esfuerzo sino un don de Dios: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió”. Un don que recibe quien se pone en un auténtico camino de disponibilidad.

¡Lo decisivo es tener hambre! Jesús busca abrir el corazón de la persona a esa hambre de vida, de felicidad, de amor, de bienestar que todo ser humano anhela. Toda persona busca estar bien, ser feliz, amar y ser amado, vivir en paz.  Ese es el apetito humano más profundo. Todo eso es lo que representa la persona de Jesús. Ese hambre de infinito que nadie lo puede saciar sino sólo Dios. Jesús se presenta a sí mismo como el alimento capaz de cubrir esa necesidad de todo hombre.

El signo sacramental por antonomasia de este alimento y comida es, sin duda,  la Eucaristía. “Tomen y coman…, tomen y beban”. Ese momento apasionante en el que Jesucristo se entrega por entero y nos sacia de su propia vida. La celebración Eucarística es la cumbre de la espiritualidad, es el centro de la vida de la Iglesia.

Durante esta pandemia la “falta” se sintió, para algunos católicos, cuando el Covid-19 puso en pausa el curso de la vida cotidiana. Falta de espacio, falta de encuentros, falta de movilidad, etc. ¡Quizás, pero también falta de Eucaristía! Todos hemos escuchado este comentario: «Veo la Misa en la tele, pero no es lo mismo. Echo muchísimo de menos la comunión». En cualquier caso, el período de “ayuno eucarístico” de este tiempo ha servido para que nos preguntemos sobre lo que significa celebrar la Eucaristía y si, de verdad, ella es el encuentro con el Señor de nuestra vida.

"Tempo de pandemia... ayuno eucarístico"

Para San Francisco de Asís, como para muchos cristianos, la Eucaristía es el centro de su vida espiritual. De san Francisco de Asís su biógrafo, Tomás de Celano, escribe: «Ardía en fervor, que le penetraba hasta la médula, para con el sacramento del cuerpo del Señor, admirando locamente su cara condescendencia y su condescendiente caridad. Juzgaba notable desprecio no oír cada día, al menos, una misa, pudiendo oírla. Comulgaba con frecuencia y con devoción tal, como para infundirla también en los demás. Como tenía en gran reverencia lo que es digno de toda reverencia, ofrecía el sacrificio de todos los miembros, y al recibir al Cordero inmolado inmolaba también el alma en el fuego que le ardía de continuo en el altar del corazón» (2 Cel 201).

 

Fray  Maurizio Bridio, OFMConv.

Retiro Espiritual Anual de la Delegación

Del 3 al 9 de marzo de 2024, en el Monasterio de las Monjas Trapenses de Quilvo - Curicó, se llevó a cabo el retiro espiritual anual de los ...