lunes, 13 de julio de 2020

Experiencia Misionera de Fray Emilian Dumea (1)

Tres misioneros Rumanos en Chile:
Fray Irinel, Fray Emilian y Fray Augustín.
Gracias Chile, gracias hermanos franciscanos conventuales

“Queridos hermanos, estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús”.
Con estas sencillas palabras de san Pablo a los Tesalonicenses quisiera agradecer de corazón a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, a nuestra madre Virgen del Carmen, madre de Chile y Virgen de la Candelaria, a nuestro padre San Francisco, a esta linda Iglesia chilena y a mis queridos hermanos franciscanos por el tiempo vivido juntos a lo largo de este hermoso país llamado por buenas razones “una copia feliz del Edén”.
Era en el verano de 2012 cuando empezó a materializarse en mí, el deseo de hacer una experiencia misionera. Mi provincial no tardo mucho en responderme indicándome a Chile como una de las posibilidades. Acepté este desafío y empecé a prepararme de la mejor manera posible, leyendo sobre historia, cultura, geografía, deporte (futbol) y religiosidad del país junto con hacer un curso básico de español en Madrid.
Fray Emilian "payaso" 
Llegue a Chile en el mes de abril de 2013, acompañado de fray Tullio y Mauricio que estaban regresando de Italia y a quien los divise fácilmente en el aeropuerto Barajas en Madrid. Llegando a Chile nos esperaba para llevarnos del aeropuerto, en una camioneta un abuelito simpático p. Enrique que me saludo con “bienvenido a Chile”. Pasé por el convento de Santiago donde conocí a fray Cristian (antes conocí a sus papas en Italia durante un día misionero). Me quede unos días en Santiago para conocer el lugar y después viaje a Curicó donde conocí a p. Pedro, Giuseppe y Ramon.
Después de conocer a los hermanos y saludando parte de la gente del lugar me dirigí hacia Copiapó en un largo viaje en Bus. Allí me quede por los siguientes tres meses conociendo a p. Fabrizio, Mario y Franco. De apoco empecé a acomodarme con la aridez del desierto y con la gente del lugar, que me recibieron con mucha alegría. Seguí el aprendizaje del español chileno (los modismos) junto con los jóvenes que divirtiéndose me estaban enseñando varios garabatos. Tomando contacto con lo que significa misión, celebraciones y fraternidad conventual franciscana decidí al tiro quedarme.
En el mes de julio, agosto y septiembre del mismo año viaje a Italia para hacer un curso en Verona, completando de esta manera mi básica formación misionera. Allí conocí a Fabio y los dos misioneros laicos Salvatore y Angela que también se estaban preparando para la misión. Que maravillosos son los caminos y los planes del Señor. Después del curso recibí junto a Fabio el mandato misionero y regrese a Chile en la comunidad de Copiapó donde me quede hasta el mes de febrero de 2014 cuando fui trasladado a Curicó para trabajar junto con los hermanos en la formación de los jóvenes y sirviendo la comunidad cristiana de Jesús de Nazaret en la diócesis de Talca como vicario parroquial, capellán del Hogar de Cristo y párroco.

Fray Emilian de siempre, "el salto de
alegría".
Después de cuatro años vividos a tope en Curicó vine de nuevo a Copiapó en febrero de 2018 donde me quedé hasta el 2 de julio de 2020, trabajando como vicario parroquial, capellán de la Escuela Italiana y del Hogar de Cristo. Por la comunidad de Santiago, donde no alcance vivir, siempre pasaba con alegría por algún encuentro de delegación o formación, o para descansar durante mis vacaciones, mientras recuperaba los partidos perdidos de fútbol, que Cristian siempre los tenía grabados. En todos estos años aprendí cosas maravillosas, conocí gente y lugares, compartiendo mi vida de fe y la amistad con todos los que me fueron encomendados, aprovechando la buena acogida de mis hermanos, compartiendo con ellos tanto lo super bueno, como lo bueno y lo meno bueno. Por todo esto les agradezco queridos hermanos.

1 comentario:

  1. Una felicidad enorme en el corazón por haber tenido la oportunidad de compartir parte del camino a la eternidad..gracias a Dios por haberte regalado
    y habernos regalado la posibilidad de crecer juntos en la Fe. Dios te guarde, te proteja y te acompañe siempre. Ya los volveremos a ver. Rosita y Tito

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