LAS VIUDAS DE LA PALABRA DE DIOS : las mujeres que saben colocar a Dios como valor absoluto de sus
vidas.
Nuevamente en las lecturas de este domingo Jesús
se enfrenta con los escribas (los intérpretes oficiales de la Toráh y también
especialistas en derecho). Este derecho les permitía, a varios de ellos, aprovechar
las leyes en beneficio propio y no en
favor de los pobres.
Frente a este peligro Jesús advierte: Cuídense de los escribas, pues su
arrogancia, su obstinación y
sobrexposición, contrasta con la figura de la viuda y su ofrenda del Evangelio.
Esta mujer no era reconocida por la gente, vestía come pobre, sólo se sabía de
su indigencia. No tenía tampoco privilegios, ni tenía silla propia en la
sinagoga. Indigente y nada más!! Podemos decir también, una mujer explotada,
sin derechos, únicamente con deberes!
Una anciana que lee la biblia.... |
En las palabra de Dios de este domingo XXXII, son dos las viudas pobres que
dan color a las lecturas. La primera se fía de la palabra de Elías y le hace un
panecillo con el puñado de harina y el poco de aceite que le quedaba y recibe
una recompensa multiplicada (1 Reyes17,8-16). La segunda, la Viuda del
Evangelio, echa "dos pequeñas monedas de cobre" (Mateo 12,41-44) y
recibe el elogio del Señor: "ha echado más que nadie. Porque los demás han
echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado lo que
tenía para vivir".
Estas dos mujeres son modelo de creyentes. Son personas abiertas a Dios:
confían en él. Poca cosa tienen, pero no se aferran celosamente a lo poco que
tienen. No dan los restos, sino lo que necesitan para vivir. Dios no quiere que
le demos lo que nos sobra (y aún, a menudo de forma exhibicionista, como si
demostráramos nuestra generosidad y obtuviéramos mérito por ello). El
"primer mandamiento" -que vale para todos- es "amarás al Señor,
tu Dios, con todo tu corazón..." (domingo pasado). De igual modo, el
segundo es "amarás a tu prójimo como a ti mismo" (y no "dales
algo de lo que te sobra").
Estas mujeres son dos "pobres" en el sentido bíblico de los
"anawim" (pobres de Yahvé), los que Jesús proclamaba dichosos. No
tienen demasiado de que presumir y sentirse orgullosos y ponen en Dios su
esperanza. Cualquiera lo reconoce enseguida: ésta es la religión verdadera,
"pura e intachable a los ojos de Dios Padre" (St 1,27; d. 22). ¡Qué
contraste con aquellos ricos que echan mucho dinero para el Templo y con los
escribas que aparecen en el evangelio!
La ley del amor, es la ley de abandonarse en Dios y amar a los hermanos como a nosotros mismos.
Una buena sugerencia nos la presenta san Francisco, en la admonición IX donde
habla del Amor: “Dice el Señor: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los
que os odian, y orad por los que os persiguen y calumnian (Mt 5,44). En efecto,
ama de verdad a su enemigo aquel que no se duele de la injuria que le hace, sino
que, por amor de Dios, se consume por el pecado del alma de su enemigo. Y
muéstrele su amor con obras.”
Los ojos del espíritu de San Francisco de Asís.
Para finalizar rezamos esta oración de abandono escrita por de Charles
de Foucauld:
Padre mío,
me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto
todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos!
Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo,
y porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre.
Les deseo una feliz semana y buen mes de
María a todos y a todas
Paz y bien fr. Tullio Pastorelli
O.F.M.conv.
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