viernes, 12 de noviembre de 2021

Domingo 33° - T.O. Año. B

LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

Evangelio: MARCOS 13, 24-32

 

Querido amigo/a, no te asustes al escuchar el Evangelio de este Domingo, que nos habla del fin del mundo que pronto llegará. Si Jesús les dijo a sus discípulos que “no pasará esta generación, sin que suceda todo esto”, no pretendía marcar el momento exacto de su Segunda Venida a este mundo, para el Juicio final. De hecho, Él mismo subraya que sólo el Padre conoce el día y el minuto preciso del fin del mundo actual, que producirá el comienzo de un Paraíso de amor, en el cual se verán realizadas todas las divinas promesas.

Sin miedo a equivocarnos, podemos creer que, con estas enseñanzas suyas, Jesús quería despertar a sus discípulos, para que reconocieran que ninguna generación está exenta de una fundamental labor espiritual: la de prepararse para el encuentro con Dios ‘cara a cara’, aprendiendo a reconocer las divinas manifestaciones que llenan de su presencia nuestra vida de cada día.

Parábola de la higuera y la llegada del verano..


Es así que entendemos el sentido de la parábola de la higuera en el Evangelio de hoy: como al ver brotes y hojas percibimos con nuestros sentidos la presencia del verano que se acerca, aún sin poderlo ver con nuestros ojos, así estamos llamados a reconocer al Dios que se acerca a nuestra existencia, tan sólo con los ojos de la fe, no con los ojos corporales.

Ojalá tuviéramos el entrenamiento de San Francisco para reconocer al Dios que nos habla en los castos abrazos y las conversaciones amables de nuestros hermanos y hermanas, en el canto de las aves y los ríos y los vientos, en el pedido de ayuda del hermano enfermo y necesitado, en la alegría de los niños y en el llanto de las madres, en un versículo de la Biblia y en la emoción de una oración, en la hostia que el sacerdote nos ofrece y en el Crucificado de brazos abiertos, en los frutos y los colores de la madre tierra… en fin, todo nos habla del Dios que se nos acerca, si aprendemos a tender los oídos del corazón.

Es una linda y franciscana tarea para todos nosotros, así que… “¡comencemos, hermanos, a servir al Señor Dios, porque es poco y escaso lo que hasta ahora hemos hecho!”. ¡Que el Señor te llene de paz y te done todo bien!

 

Fray Christian BORGHESI, OFM Conv.

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