Domingo XXVI, T.O. - año A.
Evangelio: Mateo 21,28-32.
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Lo importante es cumplir la voluntad del Padre |
Queridos lectores, paz y bien a todos!
En este domingo la liturgia de la palabra,
y de manera especial el Evangelio de san Mateo, en la parábola “de los dos
hijos”, nos presenta dos conductas bien distintas, frente a la voluntad de su padre.
En el texto del evangelio, el lenguaje y
el contenido es muy sencillo, y no hace falta que nos esforcemos mucho para
comprenderlo. En primer lugar lo que nos ofrece la
Palabra, es la llamada a la responsabilidad personal de cada uno ante el bien y
el mal. Los dos hijos, son libres de elegir lo que desean: ir o no ir a
trabajar en la viña, y así obedecer o desobedecer a la voluntad de su padre que
los envía. Jesús siempre nos deja libre para elegir el bien o para el mal. Como Franciscanos Conventuales
de Chile, en este domingo 27 de septiembre, celebraremos la jornada de oración
por las vocaciones a la vida Franciscana, y, el evangelio de san Mateo me parece muy bueno
y adecuado para hacernos algunas preguntas sobre la vocación. ¿Me siento
llamado por Dios a trabajar en su viña? ¿Y en que manera, con que vocación
(religiosa, sacerdotal, matrimonial, misionera, ...)? ¿Soy como el hijo que
dice sí voy, y después no fue?, o soy como su hermano que dice no quiero y
después se arrepiente y fue?
Jesús en el relato del evangelista san
Mateo, critica la conducta de los que sólo tienen buenas palabras, y alaba en
cambio, la actitud de aquellos que saben hacer un camino de seguimiento, saben dar prioridades a sus decisiones y cumplen así un
itinerario de conversión. Cito en este sentido a san Antonio de Padua, que en
el sermón de Pentecostés, afirma que las palabras más verdaderas son nuestras
obras y no nuestros lindos discursos o nuestras buenas intenciones:
"Y
comenzaron a hablar en varias lenguas, según el Espíritu Santo les daba que
hablasen".
El que
está lleno del Espíritu Santo, habla diversas lenguas. Las diversas lenguas son
los distintos testimonios, que podemos dar a Cristo, como la humildad, la
pobreza, la paciencia y la obediencia; y llegamos a hablar en estas
"lenguas", o virtudes, cuando las mostramos a los demás en nuestra
vida práctica. La lengua es viva, cuando hablan las obras. Les conjuro: ¡cesen
las palabras, y hablen las obras! Estamos llenos de palabras, pero vacíos de
obras.
Ciertamente, la parábola no alaba la
negativa del primer hijo al padre como tal, sino que presenta como modelo, el
proceso de conversión que ese hijo fue capaz de realizar, desde ese rechazo instintivo,
de llegar a una aceptación pensada y libre de lo que quería el padre. Dios no
tiene prisa por recoger frutos del hombre; sabe esperar. Nos deja tiempo para
que pensemos nuestras decisiones, para que reflexionemos el alcance de un
seguimiento que, para ser verdadero, debe ser definitivo. A Dios no le asustan
nuestras debilidades, ni nuestros pecados, ni nuestras rebeldías.
Queridos, en este domingo pedimos al Señor
la capacidad de cumplir la voluntad del Padre Dios, miramos los santos chilenos:
Alberto Hurtado, Teresita de los Andes, miramos también a san Francisco y santa
Clara de Asís, hombres y mujeres con sus debilidades, rebeldías, pecados, pero
valientes y atentos a la voz de Dios; prontos siempre a ponerse en camino, recomenzar
y poder cumplir siempre su voluntad.
Término dejándoles unas lindas palabras de
san Francisco, que solía rezar frente a la imagen del crucifico de san Damián,
pedimos por nosotros, por todo Chile, por las vocaciones a la vida franciscana
masculina y femenina con lo que dice esta oración:
Oh alto y glorioso Dios, ilumina las tinieblas de
mi corazón
y dame fe
recta, esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y
conocimiento, Señor, para que haga siempre tu santa y verdadera voluntad.
Paz y bien
fr. Tullio PASTORELLI