Domingo XXV – T.O. año A.
Mateo 19,30 - 20,16

"Llama a los obreros y págales el jornal".

Un hacendado que sale de su viña a
contratar trabajadores, de eso nos habla el evangelio de este
domingo: “El reino de los cielos se parece a un
propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para
trabajar su viña. Trató
con ellos un denario por día y los envió a su viña” (Mt 20,1). El propietario
no se cansa de salir, sale por tres veces, llama nuevos trabajadores a su viña y los envía a
trabajar hasta el terminar el día. Cada vez que encuentra alguien o ve alguien ocioso lo llama y
lo envía a trabajar a su viña. Esta parábola es muy significativa
porque nos dice que el reino de los cielos es un lugar donde todo servimos y ninguno es
inútil. Dios nos necesita. Dios nos pide de ayudarlo a construir su reino, todos podemos
dar nuestro aporte para construir el reino de Dios.
Por eso el hacendado continua
a salir en varios momentos del día para contratar nuevos trabajadores porque
quiere alcanzar
y encontrar a todos los hombres, no quiere que ninguno se quede afuera de su
reino. Jesus
hoy no quieres hablarnos de economía o de justicia social, no quiere enseñarnos
como se
conduce una empresa. Jesus no piensa según la lógica de la ganancia, sino
del amor. Es un hacendado
que nunca para de buscarnos, sino hasta el último día de nuestra vida.
Dios nos invita
a seguirlo, quiere que estemos con él,
para que todos podamos colaborar en la construcción de su Reino. Todos
podemos hacer parte del Reino de los cielos. No es un dueño, sino un Padre. Un
Padre que nos ama infinitamente, un Padre que nos acoge de inmediato y nos perdona
cuando volvemos a Él
(ver Lc 15, 11-31), un Padre que va a buscar la oveja extraviada hasta
encontrarla y alegrarse mucho porque la ha encontrada (ver Lc 15, 1-7). Jesus quiere que
conozcamos ese Padre, que hagamos experiencia de Él, un Dios que continúa a salir para
llamarnos para que podamos involucrarnos en la construcción de su reinado. Un Dios que no se
cansa de buscarnos cuando estamos perdido y que se enternece cuando nos ve volver a Él. Nos corre al encuentro,
nos abraza y nos da su perdón y misericordia
(Lc 15,20). Francisco de Asís a hecho esta
experiencia en su vida. En la fiesta de las impresión de las
llagas que hemos celebrados en esos días (17 septiembre) recordamos cuando en septiembre de 1224
el Señor Jesus imprimió
en el cuerpo de Francisco los estigmas
de su pasión . La impresión de las llagas que Francisco recibió fue la
cumbre, de un tiempo
de crisis, de desierto espiritual, que duró unos años. Evento donde Francisco
se sintió amado
y perdonado por Dios. Podemos decir que ese fue el culmen del proceso de configuración con Cristo de Francisco.
Como escribió san Bonaventura en la Leyenda menor : “Francisco comenzó a
experimentar un mayor cúmulo de dones y gracias divina. Elevándose, pues, a Dios a impulsos
del ardor seráfico de sus deseos, y transformado, por el efecto de su tierna compasión, en aquél que, en aras de su
extremada caridad, aceptó ser
crucificado”. Francisco
“experimentó
en su corazón un gozo mezclado de dolor… quedó su alma interiormente
inflamada en ardores”. También nosotros podemos hacer experiencia de un amor tan
grande. Tenemos que involucrarnos en la construcción de su reinado. Dios quiere salir
a contratarnos, estaría a nosotros contestarle y seguirlo. Solamente de esa manera podremos
empezar nuestro proceso de configuración a Cristo, como lo hizo Francisco.
Fray
Matteo MARTINELLI OFM Conv.
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