martes, 5 de diciembre de 2017

Desde Noviciado común en Colombia: Momento decisivo (2)

Y como en toda peregrinación, el camino puede ser largo, y está dividido en varias etapas. 
En esta ocasión quiero compartir con ustedes mi experiencia en el noviciado. El noviciado es un tiempo decisivo para el discípulo que quiere abrazar esta forma de vida dentro de la Orden de los Frailes Menores Conventuales, ya que es aquí cuando se tienen que aclarar y purificar las motivaciones, y profundizar más en el proceso de conversión para poder dar una respuesta auténtica a Dios que llama. Es un tiempo para la espiritualidad, para el conocimiento personal, para la construcción de la vida fraterna y para profundizar en el conocimiento del carisma franciscano.

Los novicios, disfrutando
la belleza de la naturaleza
Actualmente, la Orden de los Hermanos Menores Conventuales tiene tres casas de noviciado en América Latina. Una de ellas es esta desde donde les escribo: el Convento San Maximiliano María Kolbe, en el municipio de Itagüí, departamento de Antioquia, Colombia. Ya próximos a concluir el año canónico del noviciado, puedo decirles que ha sido una experiencia increíble que ha superado por mucho mis expectativas.
En primer lugar es necesario apuntar que nos hemos tomado muy en serio lo de ser peregrinos y forasteros: ¡esta es una fraternidad muy internacional! Actualmente somos cinco novicios de cinco países diferentes: Colombia, Venezuela, Chile, Honduras y Costa Rica. Hemos dejado nuestra tierra para aprender en esta casa a ser frailes. Y en el camino nos hemos reconocido como hermanos. San Francisco de Asís agradeció al Señor por el don de los hermanos, y lo somos tambien nosotros.
Es un gesto profético que personas de distintas nacionalidades, edades y formación académica puedan vivir como una familia; esto es posible cuando reconocemos que Cristo es el centro de nuestras vidas, y que más allá de las diferencias, nos une al amor a Dios y el llamado a esta vocación. Aunque todos hablamos español, algunas veces la comunicación puede ser un reto (hey, ¿quién dijo que sería fácil?) pero también ha sido muy enriquecedor conocer culturas diferentes, con otras formas de ver el mundo y de entender la fe, la Iglesia e incluso la misma orden. 

Fray Andrés Quesada Soto
Novicio de Costa Rica

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