viernes, 21 de mayo de 2021

Solemnidad de Pentecostés - Año B

Ven Espíritu Santo ven, ven Espíritu de Dios 

Evangelio: Juan 20, 19-23.

 

Las lecturas de hoy nos ayudan a entrar en esta fiesta con la que termina el tiempo Pascual, comprender la venida transformadora del Espíritu Santo cincuenta días después de la Pascua.

"¡Ven, Espiritu Santo, Espiritu Creador!"

La fiesta de Pentecostés es una fiesta de plenitud, donde tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.

Por eso, podemos decir que, todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua y desde el cual nace la Iglesia. Espíritu Santo que siempre está presente en el mundo, actúa en nosotros, inspira nuestra vida, nos transforma y nos ayuda a ser testigo de Cristo en nuestra sociedad.

Como nos cuenta la primera lectura “el día de Pentecostés, estaban todos reunidos” (Hech. 2,1) y “todos quedaron llenos del Espíritu Santo” (Hech. 2,4.)

La pluralidad de la multitud que Lucas nos presenta, nos revela que Jesús ha venido por todas las culturas y todas las naciones. El Espíritu permite, al mensaje de Jesús, la inculturación y saber reconocer los signos de los tiempos.

Como explica muy bien san Pablo “hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno el Espíritu se manifiesta para el bien común” (1Cor 12, 4-7) y también “un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo” (1Cor 12,12-13)

Pablo dice claramente que nos hay diferencias entre razas o naciones, hombres o mujeres, ricos o pobres, sino todos somos uno en Cristo por formar un solo Cuerpo porque todos somos bautizados.

También, para San Francisco de Asís, la fiesta de Pentecostés era muy importante: cuando enviaba a algunos a misionar, siempre, al despedirlos, les prefijaba el tiempo máximo de lo que debía durar el viaje, una vez terminado, todos los misioneros debían estar de vuelta en la Porciúncula. Más tarde se fijaron dos fechas del año para dicha vuelta: la fiesta de Pentecostés y la de San Miguel Arcángel (29 de septiembre). De estas dos reuniones anuales, la de Pentecostés era la más importante: “En Pentecostés se reunían todos los hermanos en Santa María y trataban de cómo observar con mayor perfección la Regla (…) San Francisco amonestaba, reprendía y daba órdenes, como mejor le parecía según el beneplácito divino. Cuanto decía de palabra, lo manifestaba en sus obras con afecto y solicitud. (…) Exhortaba con solicitud a los hermanos a que guardaran fielmente el santo Evangelio y la Regla que habían prometido” (Leyenda de los tres Compañeros n. 57)

Lucas nos dices que los discípulos estaban reunidos en oración, el Espíritu Santo viene y llena nuestra vida cuando estamos dispuestos a acogerlos y lo pedimos en la oración. El Espíritu abre las puertas que antes estaban cerradas, nos dona la paz y nos llena de alegría y a través de Él los pecados nos son perdonados.

 

 

Fray Matteo MARTINELLI OFMConv.

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