viernes, 12 de junio de 2020

¡DANOS SIEMPRE DE ESTE PAN!

"Hay un solo pan, todos nosotros, aunque se
somos muchos,   formamos un solo cuerpo"
“El que come de este pan vivirá eternamente”  (Juan 6, 51)

Muchos buscan hoy en día un “remedio maravilloso, mágico” que les permita vivir más años con aspecto y fuerza de un joven adolescente, a través de ejercicios físico, deportes de todo tipo, tratan de mantenerse en forma para poder tener una vida más saludable y larga, (tener una vida sana eso sí es bueno) pero… basta un simple virus de 50 nanómetros (imposible verlo con ojos humanos) para ponernos  en peligro y arruinar nuestros sueños de “eterna juventud”.

            En este domingo de CORPUS CHRISTI, Jesús en el evangelio (Juan 6,51-81), nos promete un “pan maravilloso”, cuyas propiedades nos dan vida eterna. Sí, hemos leído bien: ¡“Vida Eterna”! ¡“Danos siempre de este pan!”, podemos también nosotros exclamar e invocar como los discípulos. Pero ¿cómo es esto que nos promete Jesús?, ¿existe de verdad un pan que tiene en sí una fuerza tan grande que nos hace vivir eternamente? Un pan sencillo, como lo que diariamente se encuentra en nuestras mesas, ¿cómo nos puede dar vida eterna?

"Tomen y coman, éste es mi Cuerpo,
que será entregado por ustedes"
            Este pan es Jesús mismo cuando en la última cena nos dijo: “Tomen este éste es mi cuerpo, tomen esta es mi sangre”, refiriéndose al vino. Es Jesús cuando multiplicó los 5 panes para que una muchedumbre pudiese comer; es Jesús cuando con los discípulos de Emaús parte el pan y lo reconocen. Jesús es este pan de vida eterna, que “diariamente se humilla, como cuando desde el trono real descendió al seno de la Virgen; diariamente viene a nosotros él mismo en humilde aparencia; diariamente desciende del seno del Padre al altar en manos del sacerdote” (adm. 1), nos dice San Francisco de Asís en su admoniciones.

"Este es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la nueva e eterna alianza"
            En este domingo del Corpus Christi (Cuerpo y Sangre de Cristo), se nos invita a detenernos frente al misterio de la Eucaristía, Jesús pan vivo bajado del cielo, y con admiración y estupor exclamar como San Francisco: “¡Oh admirable celsitud y asombrosa condescendencia! ¡Oh humildad sublime! ¡Oh sublimidad humilde, pues el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios, de tal manera se humilla, que por nuestra salvación se esconde bajo una pequeña forma de pan! (Carta a toda la Orden).

Francisco de Asís descubrió en este pan no solamente la presencia viva y real de Jesús sino el único alimento para alcanzar la eternidad. Jesús sigue ofreciéndose diariamente a nosotros en la santa Eucaristía, para que comiendo todos de Él formemos un gran cuerpo en el amor. Fue este misterio de la Eucaristía que fascinó y sigue fascinando mi vocación franciscana/sacerdotal.

Yo quiero vivir eternamente con Jesús,  ¿y tú?   


Qué el Señor té de la Paz.

Fray  Fabrizio RESTANTE, OFMConv.

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