martes, 14 de abril de 2020

Maria Magdalena, amiga fiel de Jesús


“El primer día de la semana, de noche, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro” (Jn. 20,1). La narración que hace Juan de la resurrección empieza de esta manera. De noche y muy temprano María Magdalena va al sepulcro. María era una mujer muy cercana a Jesús. María era una de las mujeres que cuando Jesús fue crucificado “estaban allí mirando a distancia”, María había “acompañado y servido a Jesús desde Galilea” (Mt 27,55). Los discípulos se fueron, incluso Tomás que había dicho “Vamos también nosotros a morir con él” (Jn.  11,16) y Pedro que había prometido “Señor, daré mi vida por ti” (Jn.  13,37) no estaban. María y otras mujeres se quedaron y estuvieron con Jesús hasta la cruz. Esas mujeres han continuado a mirar  a Jesús también cuando muchos se habían alejado de Él. Nunca predicaron o escribieron cartas o evangelio, pero supieron quedarse sin miedo con Jesús.

Una mujer, María Magdalena, hoy nos acompaña al encuentro con Jesús resucitado, una mujer, nos ayuda a comprender cómo podemos permanecer fieles. una mujer, María Magdalena nos ayuda a entrar en el misterio de nuestra fe.
El encuentro con el resucitado empieza de noche y muy temprano, empieza en las horas más oscuras y cuando hace más frío. Eso pasa también en nuestra vida: días más oscuros y donde hace más frío. También el mundo hoy está pasando uno de los momentos más dramáticos y duros de las últimas décadas a causa de la pandemia. Actualmente, hay oscuridad porque no sabemos cuándo podremos volver a la normalidad, no sabemos cuándo podremos salir de nuestros hogares, cuando habrá una vacuna y una cura.
Hoy, nuestra vida pasa también por la oscuridad y el frío, pero, Jesús puede iluminar la oscuridad de nuestra vida y puede calentar el frío de los tiempos más difíciles. Madelein Delbrêl, una mística francesa, escribe: “Salvar el mundo no significa ofrecerle la felicidad, pero dar un significado a su sufrimiento es regalarle una alegría que ninguno podrá robarle”.

Huevos de pascua 
Otra mujer, María de Betania, hermana de Lázaro y Marta, “Seis días antes de la pascua (…) tomó una libra de perfume de nardo puro, muy costoso, ungió con el los pies de Jesús y sus cabellos. La casa se llenó del olor del perfume” (Jn.  12,1-3). Con este gesto de humildad, María, amiga de Jesús, anticipa la Pascua. Porque tal como nos dice Juan, “la casa se llenó del olor del perfume”, el perfume de Cristo, el que llena nuestra vida. Es así cómo podemos aprovechar este tiempo, en que debemos quedarnos en casa, para estar un poco más con Jesús, pidiéndole que llene  nuestros hogares y nuestras vidas de su perfume.

¡Feliz Pascua de Resurrección a todos!

Fray Matteo Martinelli OFM Conv.

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