¡Ningún profeta es bien recibido en su patria!
Evangelio:
Lucas 4, 21-30
Lo que pasa a Jesús hoy en el evangelio me recuerda lo
que pasó a Francisco en Asís. Todos admiraban a Francisco, decían que él era
“el rey de las fiestas”, Francisco era un hombre con plata, que tenía muchos
amigos y todos en Asís querrían salir con él porque era un hombre generoso y
siempre de buena onda. Podríamos decir que Francisco tenía todo lo que quería
para vivir una vida feliz: un muy buen trabajo, muchos amigos y tantas personas
que lo admiraban. A pesar de todo eso Francisco vivió un tiempo largo de
inquietud donde buscaba la felicidad. Al comienzo pensaba que quería ser
caballero, porqué solamente en esa manera podía ser noble.
Tenía plata, admiración y respeto, podía hacer todo lo
que querría pero no era noble y querría ese título porque sino se sentía
inferior a los nobles. Después cuando se dio cuenta que esa inquietud no era
por ser noble sino porque el Señor le pedía de servirlo de manera más radical,
Francisco vivió un cambio profundo, en su vida sea, en sus relaciones. Los que
poco antes lo admiraban y buscaban porque querrían estar con él y ser sus
amigos después que él empezó a ayudar a los leprosos y a predicar el evangelio
se burlaban de él. Se reían de él, de su manera de vestir y su estilo de vida,
se burlaban de él porque si antes era un hombre que pretendía respeto y tenía
plata, ahora es un hombre humilde que se viste con ropa humilde y da de vuelta
buscando caridad.
A pesar de todo eso, Francisco estaba feliz, estaba
feliz porque había descubierto lo que le permitía de vivir en plenitud:
Francisco querría vivir el evangelio, querría conocer más a Jesús y hacer cada día
mas experiencia de él, Francisco quería ayudar a los demás, a los más
necesitados y también anunciar la buena noticia del evangelio. A Francisco,
como a Jesús, no le interesa si los demás están enfurecidos con él porque o no
hace lo que ellos quieren o si se burlan de él o no le creen, Francisco
simplemente como Jesús quiere amar a Dios de todo corazón y amar a los demás
con amor verdadero.
Francisco como Jesús nos muestra como nuestra
felicidad no depende de la admiración de los demás ni de lo que los demás
opinen de nosotros, sino se buscamos el bien y la verdad en nuestra vida, si
buscamos de vivir en plenitud, el amor verdadero, el mismo amor que lleva a Jesús a morir en cruz para nosotros y Francisco a dejar todo para servir el
Señor. Jesús como Francisco nos muestra cómo podemos vivir en plenitud nuestra
humanidad.
Fray Matteo MARTINELLI OFM Conv.