«Vamos a la otra orilla».
Evangelio: Marcos 4, 35-41.
«Al
atardecer de ese mismo día», cuando la luz del día va apagándose y pronto caerán las tinieblas de
la noche, al atardecer del día en que Jesús acababa de enseñar las parábolas
del Reino de Dios a sus seguidores, Jesús mismo toma la iniciativa de aquella
extraña travesía: «Vamos a la otra orilla». Les invita a sus discípulos a pasar juntos, en la misma
barca, hacia otro mundo, más allá de lo conocido: Decápolis, la región habitada
por paganos y judíos. En la oscuridad de
aquella atardecer, la barca en la que van Jesús y sus discípulos se ve atrapada
por un fuerte vendaval, de aquellas tormentas imprevistas y furiosas que se
levantan en el lago de Galilea, de tal manera que incluso está a punto de
inundarse.
"Vamos a la otra orilla..." |
En aquella oscuridad, los discípulos luchando
impotentes contra la tempestad y «Jesús durmiendo tranquilamente en la popa, sobre el
cabezal». La oscuridad de aquella noche, no permita que los ojos de los discípulos vean la presencia real de Jesús
entre ellos en su barca. Lo único que pueden ver es la falta de interés por ellos por parte del
Maestro. Aterrorizados y teman de ahogarse, los discípulos despiertan a Jesús: «¡Maestro! ¿No
te importa que nos ahoguemos?». Jesús no se justifica. Se pone de
pie y pronuncia una especie de palabra mágica «¡Silencio! ¡Cállate!», y «el viento se aplacó y sobrevino una gran calma».
Y solo después de aquel momento dijo a sus discípulos: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen
fe?»
Evangelista Marcos describe este episodio para despertar la fe de
las comunidades cristianas que viven momentos difíciles y también para
despertar nuestra fe en momentos difíciles. Hoy en día mucha gente
siente miedo e inseguro por tantas causas. En nuestra vida se producen fuertes
vendavales, borrascas y tormentas: la pandemia covid-19, crisis económicas, salud,
política y morales, desconfianza, violencia. Y las cosas y la vida cambian
demasiado rápido, como pasar de día a la noche. Todo oscuro, el futuro
incierto. Y el miedo nos hace tambalear cuando experimentemos serios problemas
y peligros. ¿Qué nos está sucediendo a los seguidores de Jesús que nos invita a
ir a la otra orilla? ¿Por qué son tantos nuestros miedos para afrontar estos
tiempos de pandemia y crisis? Y ¿tal vez tan poca nuestra confianza en Él que
viaja con nosotros en nuestra barca?
San Francisco de Asís, en la oscuridad de su camino
de discernimiento, pidió a Dios Altísimo la luz, esa Luz verdadera para que
alumbrara las tinieblas de su corazón, para que tenga fe recta, confianza total
en Dios y esperanza cierta que le ayude a llegar a la «otra orilla» donde pueda «sembrar la
Buena Noticia del reino de Dios». Y oró así ante el crucifijo de San
Damián: «Alto
y glorioso Dios, Ilumina las tinieblas de mi corazón. Dame fe recta, esperanza
cierta, y caridad perfecta. Sentido y conocimiento, Señor, Para que cumpla
siempre tu santo y veraz mandamiento.»
Hoy, Jesús nos invita, te invita a ti a cruzar el
mar de la vida junto con Él, en tu barca. ¿Responderías a su invitación a sembrar la semilla del Reino
de Dios en la otra orilla? ¿Temas que tu fe y tu confianza en Él no son
suficientemente grandes para aceptar esa invitación? ¿Y sabes que teniendo a
Jesús en tu barca, puedes resolver grandes problemas, el fuerte vendaval de tu
vida? No temas entonces a responder su invitación. Hoy, Jesús te
invita nuevamente: «¡Ven y sígueme!»
(Lucas 18:22). Si te
sientes inseguro, rece con San Francisco: «¡Ilumina
Señor, las tinieblas de mi corazón y
dame fe recta!»
¡Que tengas un buen domingo!
Fray Jack GINTING OFMConv.
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