viernes, 20 de diciembre de 2019

NAVIDAD: NO TENER MIEDO Y SER VALIENTES



En estos días que preceden la gran fiesta del nacimiento de Jesús  en Belén, les ofrezco una sencilla reflexión sobre este gran acontecimiento que cambió la historia humana en su totalidad. En muchas casas, hospitales, lugares de trabajo, los Nacimientos han sido una decoración popular del Adviento y de la Navidad durante siglos y, como la mayoría de las tradiciones religiosas, también el pesebre tiene su origen gracias a un santo, a Francisco de Asís. San Francisco tuvo una devoción especial por el Niño Jesús, y se le atribuye la creación de la primera escena de la Natividad en vivo, en la víspera de Navidad del año 1223.

El santo de Asís deseaba ver concretamente la pobreza del Niño Dios y así escribe su biógrafo, el Celano, relatando este hecho: “Unos quince días antes de la Navidad del Señor, el bienaventurado Francisco le llamó, como solía hacerlo con frecuencia, y le dijo: «Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». En cuanto oyó esto, el hombre bueno y fiel, corrió presto y preparó en el lugar señalado todo lo que el Santo le había indicado.”

También el papa Francisco, el 1 de diciembre de este año, nos regaló una linda carta sobre el pesebre: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_letters/documents/papa-francesco-lettera-ap_20191201_admirabile-signum.html) invitando a realizar en nuestras casas, un lindo nacimiento, instrumento que nos ayudará a entrar en este misterio de la humildad de Dios.

Pensando en la experiencia de san Francisco, que deseaba contemplar la pobreza del Niño Dios y movido por las palabras del papa Francisco, deseo subrayar para todos nosotros, la importancia y la belleza de valorar el pesebre, e invitarlos a reflexionar  un rato en este acontecimiento tan grande y tierno.

Lo que deseo compartir con ustedes son dos realidades: la primera, me conmueve pensar que el Hijo de Dios nació en un establo, el príncipe de la paz, el Dios fuerte y eterno se hace pequeño, débil, frágil como un niño en un establo. Creo que Jesús desea nacer también hoy en nuestros establos (lugar no muy limpio, decoroso, y perfumado); en realidad todos tenemos en nuestro interior un pequeño establo, un lugar donde no deseamos que ninguno visite porque no es el más lindo, y no lo deseamos mostrar a nadie. En realidad, Dios quiere visitarnos allí donde no está la luz,  para entregarnos su luz; el Señor desea nacer en el lugar más sucio que tenemos para hacerlo resplandeciente. Dejemos que Jesús nazca en nuestro corazón pobre y débil, Él lo hará fuerte y rico.

            El segundo punto de reflexión es, como este Niño que recién ha nacido, tiene dos fuerzas en si mismo, una que atrae y otra que empuja. Me gusta pensar en los pastores, los reyes magos, atraídos por este Niño, atraídos para adorarlo, para alabarlo, para darle homenaje con sus regalos. Dios siempre atrae a sí mismo nos atrae a todos para estar con él y gozar de su paz, de su luz, de su bendición. Y me gusta ver cómo una vez de haber gozado de la presencia de Dios, los pastores, lo sabios de Oriente, regresan a sus hogares y quehaceres. En realidad son los mismos pero distintos, tienen ganas de anunciar, de proclamar, se puede decir que se transformaron en concreto, ahora son testigos y misioneros de las maravillas que Dios les ha manifestado.

            La invitación de seguir al Señor, llega hoy  también a nosotros que creemos en él y celebramos con fe y devoción la Navidad! El Señor nos invita a ser como los pastores y los reyes magos, a no tener miedo, a ser valientes y entregarnos totalmente al Señor; el necesita de nosotros como dice san Alberto Hurtado: “Jesús te dice: necesito de ti… No te obligo, pero necesito de ti para realizar mis planes­ de amor. Si tú no vienes, una obra que sólo tú puedes realizar quedará sin hacerse. Nadie puede tomar esa obra, porque cada uno tiene su parte de bien que realizar.”

En esta misma dirección son las palabras que deseo dejarles y que son una linda oración de santa Teresa de Ávila: “Cristo no tiene otro cuerpo sino el tuyo, no tiene manos ni pies sobre la tierra sino los tuyos, tuyos son los ojos con los cuales el mira este mundo con compasión, tuyos son los pies con los cuales camina para hacer el bien, tuyas son las manos con las cuales bendice todo este mundo.
Tuyas son las manos, tuyos son los pies, tuyos son los ojos, tú eres su cuerpo”.

¡Feliz Navidad!

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