viernes, 24 de noviembre de 2017

¿CÓMO SE MANIFIESTA LA VOCACIÓN?

La vocación a la vida consagrada (también al sacerdocio) suele manifestarse al principio en formas muy diversas, ya que Dios se sirve de tantas pequeñas mediaciones. Quizás una experiencia fuerte (encuentro, peregrinación, voluntariado, etc.); un pensamiento que se mantiene constante en el tiempo a causa de una película o un libro o una conversación que te ha impactado y empieza a cuestionarte algunas cosas de tu vida; el deseo sincero de servir, de entregar tu tiempo, tus fuerzas, tus capacidades… ante tantas situaciones de dolor y de sufrimiento con las que te encuentras casi a diario; la sensación de una cierta falta de plenitud, por la que notas que te falta algo… ¡Que te falta Alguien! Sientes que tu corazón desea mucho más, ¡que está hecho para algo más grande! También el vacío que sobreviene cuando se experimenta el fracaso o la desilusión por los grandes proyectos o sueños que no llegan nunca a realizarse o la amistad con un sacerdote o con un religioso/a pueden convertirse en desencadenantes de una búsqueda de sentido para tu vida. 

Todos ellos pueden ser signos o pistas que apuntan hacia una llamada. Son “pequeños flashes” de desconcierto que van preparando el corazón para ponerlo en actitud de búsqueda, de escucha, de espera confiada
La llamada es algo que sólo uno mismo puede escuchar en su interior y en la que siempre queda un margen para el misterio. La vida de los santos y de tantas personas que conocemos nos muestran que Dios suele dar a conocer su voluntad de modo sencillo, a través de las cosas ordinarias. 
Lo que está claro es que Dios no atropella ni avasalla, sino que espera que libremente acojamos su propuesta, nos decidamos a dar el paso, nos fiemos plenamente de Él.

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